Comedia sobre las ventajas e inconvenientes, las luces y sombras, que rodean (supuestamente) la omnipotencia, el poder absoluto, el tener capacidades casi divinas. Inevitablemente, recuerda mucho a aquella “Como Dios” de Jim Carrey y Morgan Freeman pero en plan británico, con un tono más solemne y un estilo más elegante. Pero si bien su ficha técnica despierta grandes expectativas con una actriz de mucho tirón como Kate Beckinsale, un protagonista de reconocida vis cómica como Simon Pegg y con el supuesto aval de los míticos Monthy Python - que ponen voces a algunos personajes y uno de sus miembros firma la dirección-, el resultado final resulta algo desangelado en lo argumental y, sobre todo, sosísimo en lo que se refiere al humor.

Vamos, que le falta gracia. Se puede perdonar una trama simplona que se reduce a generar contexto para los sketches, pero cabría esperar que por lo menos fuesen graciosos y no limitarse a hacer pasar malos ratos continuamente a Pegg y colocarle en situaciones humillantes para que ponga sus caras raras y tiernas miradas de buena persona. Y hay que reconerle el mérito de arrancar alguna sonrisa original, porque el otro plato fuerte humorístico son larguísimos discursos irónicos (y algo moralistas) que podrían encajar en las demandas cómicas del cine de hace treinta años, pero que se hacen eternos y pesados en la era de internet y de los memes. Sí, seamos sinceros, es una producción que nació obsoleta.

Tiene buenas intenciones y es indudable que hay un notable trabajo técnico detrás, pero requiere verdaderos esfuerzos y verla con ojos muy generosos para apreciar sus puntos positivos. Para todos los que piensan que lo de Jim Carrey es humor barato, “Absolutamente todo” pone en valor y hace justicia a una “Como Dios” más equilibrada y que, al menos, tiene gags que funcionan incuestionablemente.