Francesa, en blanco y negro y por si fuera poco muda. Esa es la receta con la que se hizo una de las mejores películas de la historia del cine. Porque hay casos, como en este, en los que las palabras sobran y las imágenes hablan por sí solas a veintidós fotogramas por segundo. Si con todo eso aún tienes dudas, Uggie las borrará por completo.