Nicolas Cage, convertido en un parque temático de sí mismo, vuelve a atormentarnos con otra de sus desopilantes "interpretaciones". Menos mal que le da la réplica el insigne Alfred Molina (gran actor, pero no nos engañemos, vaya carrerón que lleva últimamente). Entre ambos llevan a mal puerto esta supuesta cinta infantil basada en uno de los episodios de Fantasía, con gran aparato de rayos, truenos, cernícalos y F/X de escasa enjundia. Asombra la falta de imaginación de los guionistas made in Hollywood actuales (salvo honrosas excepciones), que casi siempre han de basarse en material ya explotado para llevar a cabo alguna de sus cansinas reinterpretaciones (o no). Por fortuna, Bellucci pasea sus encantos, convenientemente recatados para que los niños no pierdan el sueño, y el espectador dormita plácidamente hasta el The End intuido desde el principio.