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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Comedia Un grupo de estrafalarios pasajeros viaja de Madrid a Ciudad de México en un avión cuya tripulación es absolutamente esperpéntica. Durante el vuelo, una grave avería hace que los pasajeros de clase business, al verse inevitablemente al borde de la muerte, se sientan inclinados a revelar los asuntos más íntimos de su vida. Todo ello desembocará en una comedia caótica y disparatada. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2013
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los amantes pasajeros es una tontería sin pretensiones ni ínfulas de trascendencia. Es una comedia gay apta para heteros a la que se le resiste la carcajada. Algunos gags no dan la talla (la primera escena, poco más que un chiste privado entre amiguetes), y otros aciertan en la diana (el bailecito de los tres azafatos). En general, pienso que el guión no está bien trabajado y que se ha pespunteado entre raya y raya. Lo que sí parece indiscutible es que los chicos y las chicas se lo pasaron de miedo durante el rodaje, porque eso es algo que salta desde la pantalla. Y el gran acierto de la película es su grupo actoral: el extraordinario trío Cámara-Areces-Arévalo, la irresistible Lola Dueñas, Antonio de la Torre renunciando a su papel de machito, Cecilia Roth, muy emputecida, Blanca Suárez y sus labios húmedos y temblorosos. Y entre mamada y mamada (ya era hora de que alguien reivindicara tan noble arte; yo me pido una con Laya Martí)), discurre una película a la que le falta ese toque de demencia que convierte excelsas comedias en obras de arte (pienso en Arsénico por compasión, Vive como quieras, Historias de Filadelfia, Bola de fuego o Me siento rejuvenecer, por citar sólo algunas).
Los críticos se han puesto las botas poniendo el film a parir. Supongo que estaban esperando la ocasión de lanzarse sobre la yugular de Pedrito, tanta represión no es buena. Yo me lo tomé con filosofía y entré en el cine dispuesto a pasar hora y media con una sonrisa en los labios. Conseguí lo que quería a cambio del precio de la entrada, y salí como más optimista. Cabría recordar a ciertos plumíferos que, de vez en cuando, también conviene dejarse de dramones horrorosos y pasarlo bien. ¿Que habría podido ser mejor? Sin la menor duda. Pero tampoco hay para tanto, chicos...
Eduardo
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