Media votos
5,4
Votos
4 178
Críticas
234
Listas
53
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Javier Moreno:
6
2011
7,2
1 975
Documental
Recorre toda la carrera de Woddy Allen, film por film, a través de clips y numerosas entrevistas a actores, escritores, fotógrafos, directores, productores y a él mismo, acompañándolo en su rutina diaria, en su estudio, por las calles de Brooklyn, en su antigua casa y en el colegio de su infancia. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un regalo para ojos y oídos de cualquier incondicional de Allen, vimos publicitado un documental que trataba la figura de uno de los directores más prolíficos y polifacéticos de la historia, nuestro adorado Woody. Además veíamos elogios, cosa que ya sabemos pero asentimos con la cabeza como diciendo "cuánta razón", de varios actores y personalidades de la industria cinematográfica que avalaban la película. Así que ilusionados nos dirigimos al cine tan pronto como pudimos para ver qué se mostraba.
Un más que conocido Robert B. Weide que había dirigido ya otro documental y la archiconocida y multipremiada serie sobre Larry David parecía síntoma de buen trato del personaje. Sumando que es el único documental al que el neoyorquino ha accedido a participar todo parecía indicar que el trabajo no sería en vano, es más, si Allen se fiaba, nosotros (locos admiradores) confiamos plenamente.
El documental trata del artista y no de la persona, dato que otorga rigor pero que chafa intereses algo cotillas por aquellos detalles sobre lo que hace posible al artista. No creo posible separar por completo a la persona del personaje mientras haya tanto de expresión autobiográfica en toda su obra. Así que desde que se centra únicamente en su vida profesional, podemos advertir que no habrá mucho por mostrar que no se haya mostrado ya. El recorrido comienza en sus inicios como humorista y se detiene en describirlo con atención y esmero, probablemente por ser la catapulta de su fama y base fundamental de su trabajo. Pero en Europa no se conoce tanto esa faceta y eso nos ayuda a conocerlo algo más. Intercala su periplo profesional con algún retazo de entrevista en la que enseña dónde nació, el colegio al que asistía y el cine (más bien su emplazamiento, porque ya no existe) donde solía ver películas en su infancia y juventud. Los nimios relatos acerca de su experiencia personal son los que aportan algo de magia a una cinta que promete ser documental y se queda en superficial.Con algo de suerte y tras el fiasco del guión sobre "¿Qué tal, Pussycat?" consigue que dos productores crean en él y le permitan el control total en la dirección de una película. Y debido al éxito por sus comedias se convierte en estrella del humor, aunque pronto cambiaría su temática por una más dramática y existencialista. Parecía haber dado la espalda a la audiencia cuando escribe y dirige Interiores y Annie Hall pero el calado de optimismo agridulce que destila la segunda resulta tan profundo que todos mirarían a Woody Allen como capaz de todo, por ello que ahora vamos a ver sus películas sin esperar nada concreto, sólo vamos a ser sorprendidos. Se repite en la cinta una y otra vez su falta de intención pública, su timidez y su trabajo constante al margen de críticas o reseñas. Lo cierto es que al rodar una película por año, y teniendo en cuenta que escribe sus guiones, las dirige y además solía protagonizar gran parte de ellas, poco tiempo debe de tener para estar atento a opiniones ajenas. Cuando estrena una, algo que no le gusta promocionar, ya está empezando la siguiente. Este dato (que casi todos ya sabíamos antes de ver el documental) y el de su poca intervención en el rodaje en cuanto a la dirección de los actores, son los que más se repiten durante la película, y eso agota un poco cuando el discurso de los actores y productores entrevistados no cambia un ápice. Tal vez sea un gran indicador de que tiene una personalidad única y un carácter particular, pero echamos en falta en una película así más detalles, experiencias personales, situaciones que le hayan motivado a una película, alguna escena particular o a elegir entre la totalidad de actores y actrices de la que dispone.
No se hace mención, exceptuando la pregunta de Trivial en la que sabemos que no acudió a recibir el Oscar porque estaba tocando el clarinete, de su vida como músico, y eso que lleva dedicándose a ello décadas y ha tocado con su banda por todo el mundo. Y sobre sus matrimonios y desdichas sentimentales se pasa muy por encima, probablemente por no terminar en la frivolidad del tema sensacionalista que atrae a algunos. Pero es sinceramente importante que acabara de romper con Mia Farrow mientras rodaban "Maridos y mujeres" y hubiera sucedido del modo en que lo hizo (enamorándose de su hija adoptiva) para asimilar con mayor sensibilidad las imágenes que se hubieron de rodar en aquellos momentos en los que su mujer no podía mirarle a la cara. No se ve mucho del Allen que ahora muestran las redes sociales, ese pensador magnífico de frase perfecta para una situación paradójica. Algo aparece, pero queda en un segundo plano, y yo personalmente agradezco el gesto porque hubiera sido doloroso ver al más superficial de sus clichés. Para eso ya valen las imágenes sobre las películas que se eligen. Casi todas pertenecen a los momentos más míticos de cada una, por lo que más bien parece un viaje por google imágenes cuando la búsqueda es Woody Allen. No es que no me gusten, simplemente creo que hubiera sido más agradable intercalar momentos menos conocidos para disfrute de los fans y para conocimiento de los interesados. Además, se hubiera acercado más a lo que el propio Allen confiesa, pues suele aborrecer sus grandes o famosas obras y adorar las menos aplaudidas.
Sigue abajo sin spoiler por falta de espacio.
Un más que conocido Robert B. Weide que había dirigido ya otro documental y la archiconocida y multipremiada serie sobre Larry David parecía síntoma de buen trato del personaje. Sumando que es el único documental al que el neoyorquino ha accedido a participar todo parecía indicar que el trabajo no sería en vano, es más, si Allen se fiaba, nosotros (locos admiradores) confiamos plenamente.
El documental trata del artista y no de la persona, dato que otorga rigor pero que chafa intereses algo cotillas por aquellos detalles sobre lo que hace posible al artista. No creo posible separar por completo a la persona del personaje mientras haya tanto de expresión autobiográfica en toda su obra. Así que desde que se centra únicamente en su vida profesional, podemos advertir que no habrá mucho por mostrar que no se haya mostrado ya. El recorrido comienza en sus inicios como humorista y se detiene en describirlo con atención y esmero, probablemente por ser la catapulta de su fama y base fundamental de su trabajo. Pero en Europa no se conoce tanto esa faceta y eso nos ayuda a conocerlo algo más. Intercala su periplo profesional con algún retazo de entrevista en la que enseña dónde nació, el colegio al que asistía y el cine (más bien su emplazamiento, porque ya no existe) donde solía ver películas en su infancia y juventud. Los nimios relatos acerca de su experiencia personal son los que aportan algo de magia a una cinta que promete ser documental y se queda en superficial.Con algo de suerte y tras el fiasco del guión sobre "¿Qué tal, Pussycat?" consigue que dos productores crean en él y le permitan el control total en la dirección de una película. Y debido al éxito por sus comedias se convierte en estrella del humor, aunque pronto cambiaría su temática por una más dramática y existencialista. Parecía haber dado la espalda a la audiencia cuando escribe y dirige Interiores y Annie Hall pero el calado de optimismo agridulce que destila la segunda resulta tan profundo que todos mirarían a Woody Allen como capaz de todo, por ello que ahora vamos a ver sus películas sin esperar nada concreto, sólo vamos a ser sorprendidos. Se repite en la cinta una y otra vez su falta de intención pública, su timidez y su trabajo constante al margen de críticas o reseñas. Lo cierto es que al rodar una película por año, y teniendo en cuenta que escribe sus guiones, las dirige y además solía protagonizar gran parte de ellas, poco tiempo debe de tener para estar atento a opiniones ajenas. Cuando estrena una, algo que no le gusta promocionar, ya está empezando la siguiente. Este dato (que casi todos ya sabíamos antes de ver el documental) y el de su poca intervención en el rodaje en cuanto a la dirección de los actores, son los que más se repiten durante la película, y eso agota un poco cuando el discurso de los actores y productores entrevistados no cambia un ápice. Tal vez sea un gran indicador de que tiene una personalidad única y un carácter particular, pero echamos en falta en una película así más detalles, experiencias personales, situaciones que le hayan motivado a una película, alguna escena particular o a elegir entre la totalidad de actores y actrices de la que dispone.
No se hace mención, exceptuando la pregunta de Trivial en la que sabemos que no acudió a recibir el Oscar porque estaba tocando el clarinete, de su vida como músico, y eso que lleva dedicándose a ello décadas y ha tocado con su banda por todo el mundo. Y sobre sus matrimonios y desdichas sentimentales se pasa muy por encima, probablemente por no terminar en la frivolidad del tema sensacionalista que atrae a algunos. Pero es sinceramente importante que acabara de romper con Mia Farrow mientras rodaban "Maridos y mujeres" y hubiera sucedido del modo en que lo hizo (enamorándose de su hija adoptiva) para asimilar con mayor sensibilidad las imágenes que se hubieron de rodar en aquellos momentos en los que su mujer no podía mirarle a la cara. No se ve mucho del Allen que ahora muestran las redes sociales, ese pensador magnífico de frase perfecta para una situación paradójica. Algo aparece, pero queda en un segundo plano, y yo personalmente agradezco el gesto porque hubiera sido doloroso ver al más superficial de sus clichés. Para eso ya valen las imágenes sobre las películas que se eligen. Casi todas pertenecen a los momentos más míticos de cada una, por lo que más bien parece un viaje por google imágenes cuando la búsqueda es Woody Allen. No es que no me gusten, simplemente creo que hubiera sido más agradable intercalar momentos menos conocidos para disfrute de los fans y para conocimiento de los interesados. Además, se hubiera acercado más a lo que el propio Allen confiesa, pues suele aborrecer sus grandes o famosas obras y adorar las menos aplaudidas.
Sigue abajo sin spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Me quedo con la entrevista en su estudio donde muestra su antigua y funcional máquina de escribir y su personal y primitivo "copy/paste" (cortar y pegar) además de enseñarnos un cajón lleno de bosquejos de guiones en papeles amarillos que filtrará y terminará escribiendo cuando la musa aparezca. Ah, y su pequeño relato sobre cómo lo trataban en el colegio por su expresión sexual, su condición de semita y su miedo a la muerte. Por eso que cuando nos cuenta que casi lo atropellan veamos a una persona sincera explicando alguna razón de parte de su arte.
Woody Allen se hace viejo, y todos con él. Es así hasta el punto de darnos cuenta de que, aunque no ahora mismo, todos moriremos. Camus hace su aparición estelar y el mundo se revela como un absurdo en el que vivimos en constante búsqueda. Más tarde Bergman y Fellini se encargarán de mostrárnoslo en películas y su mayor discípulo, a pesar de una elaborada personalidad artística, es este director que supera los 70 años y suma 45 películas estrenadas, más sus guiones y apariciones para otras obras. Un genio que define el dolor y las relaciones amorosas como nadie y que aplica un agudísimo sentido del humos a todas ellas. Que se esconde en una estética de camuflaje y un gorro para despistar fantasmas además de escapar de alguna fotografía.
Unas gafas y el ingenio como bandera para definir a uno de los más grandes de todos los tiempos y del que, por suerte, aún podemos disfrutar cada año (no siempre al mismo nivel). Imperdonable echar la vista atrás y no amar muchos de los momentos en los que vimos "La última noche de Boris Grushenko", "El dormilón", "Hannah y sus hermanas", "Match Point" o "Midnight in Paris". Pero por hacer balance personal, diré que me quedo con "Annie Hall" como guión ingenioso y descriptivo de una vida, como ejemplo de chica que enamora, como punto de inflexión para el modo de hacer comedia y drama en la gran pantalla, y por penetrar tan dentro en momentos de frustrante indecisión.
Las conversaciones con Diane Keaton, a quien adoraríamos desde entonces, y la fotografía de "Manhattan" son joyas y tópicos que el documental no podía saltarse, las aborda y las explota aunque sin mucho mimo. Y por todo lo que hasta aquí he dicho vemos que es un documental agradable para miembros de la secta, poco profundo y sin mucho que añadir a lo que ya sabíamos sobre él, incluso puede aburrir un poco a quienes no estén verdaderamente interesados en el de Brooklyn. Nos encanta hablar y elogiar a Woody Allen, sin embargo no es un documental imprescindible.
Woody Allen se hace viejo, y todos con él. Es así hasta el punto de darnos cuenta de que, aunque no ahora mismo, todos moriremos. Camus hace su aparición estelar y el mundo se revela como un absurdo en el que vivimos en constante búsqueda. Más tarde Bergman y Fellini se encargarán de mostrárnoslo en películas y su mayor discípulo, a pesar de una elaborada personalidad artística, es este director que supera los 70 años y suma 45 películas estrenadas, más sus guiones y apariciones para otras obras. Un genio que define el dolor y las relaciones amorosas como nadie y que aplica un agudísimo sentido del humos a todas ellas. Que se esconde en una estética de camuflaje y un gorro para despistar fantasmas además de escapar de alguna fotografía.
Unas gafas y el ingenio como bandera para definir a uno de los más grandes de todos los tiempos y del que, por suerte, aún podemos disfrutar cada año (no siempre al mismo nivel). Imperdonable echar la vista atrás y no amar muchos de los momentos en los que vimos "La última noche de Boris Grushenko", "El dormilón", "Hannah y sus hermanas", "Match Point" o "Midnight in Paris". Pero por hacer balance personal, diré que me quedo con "Annie Hall" como guión ingenioso y descriptivo de una vida, como ejemplo de chica que enamora, como punto de inflexión para el modo de hacer comedia y drama en la gran pantalla, y por penetrar tan dentro en momentos de frustrante indecisión.
Las conversaciones con Diane Keaton, a quien adoraríamos desde entonces, y la fotografía de "Manhattan" son joyas y tópicos que el documental no podía saltarse, las aborda y las explota aunque sin mucho mimo. Y por todo lo que hasta aquí he dicho vemos que es un documental agradable para miembros de la secta, poco profundo y sin mucho que añadir a lo que ya sabíamos sobre él, incluso puede aburrir un poco a quienes no estén verdaderamente interesados en el de Brooklyn. Nos encanta hablar y elogiar a Woody Allen, sin embargo no es un documental imprescindible.