Primera película del manifiesto Dogma. Por la que se renuncia al cine superficial y artificioso, buscando el cine puro como documento realista, reflejo de la realidad del ser humano.
Este primer film lo firma Thomas Vinternberg, que también lo escribe. Junto a Von Trier y otros cineastas daneses encabezaron este movimiento fílmico que duró apenas la década de los noventa pero que ha gozado del favor de la crítica.
En el 60 cumpleaños del patriarca de la familia, ésta se reune en un hotel para celebrarlo. En el día que transcurre la celebración todos los fantasmas familiares que estaban ocultos en el armario saldrán a escena provocando que el día se convierta en una caótica catarsis familiar.
Este tipo de cine afronta este tipo de temáticas duras y realistas y tiene en la interpretación de sus actores uno de sus pilares artísticos. En este filme ambos propósitos se cumplen a la perfección: una voraz crítica a la institución familiar de mano de unos actores desconocidos pero cristalinos en sus emociones.
Buen cine no por lo estúpido de las autolimitaciones que se imponen sino por la historia que cuenta y como se presenta ante un espectador atónito.