Estamos ante un thriler policiaco muy bien dirigido por Clint Eastwood y con un gran plantel de actores. Lo primero a destacar de esta película es el maravilloso desarrollo de los personajes, del drama interior y exterior de cada uno de ellos, incluyendo a los secundarios. Porque normalmente en películas policíacas solo se va a la acción, a la trama, a los efectos, mientras que aquí el protagonismo no lo tiene tanto la investigación policíaca, sino más bien la vida de cada uno de los personajes.

Cada uno de ellos expresan inicialmente sentimientos y situaciones de soledad, de angustia, de fracaso... Es impresionante por ejemplo la situación del policía, el amor que siente por su esposa pero que sin embargo se encuentra en crisis con las tensiones de la investigación policial. Toda esta carga se ve reflejada muy bien en la interpretación de Kevin Bacon, en el rostro. Y lo mismo le pasa al personaje de Sean Pean, el que “lleva la tensión en los hombros, como todos los ex convictos”, también expresa muy bien ese derrumbamiento progresivo ante la muerte de su hija.

Es una película que habla sobre la amistad, sobre la redención, sobre la culpabilidad, del amor, de la muerte, de la soledad, del dolor… Temas todos ellos tratados con una dureza, una tensión y una especie de derrotismo que se respira en toda la película.

Hay que destacar también la banda sonora, es una poderosa música de gran belleza que se va metiendo en la historia haciéndola aún más intensa. Destacar la redondez del guión, y por supuesto la dirección de Eastwood. En definitiva, un gran trabajo.