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España España · Barcelona
Voto de Tithoes:
6
Terror. Thriller. Fantástico En 1938, Joo-Ran, una chica que sufre de una enfermedad crónica, es trasladada a un internado-sanatorio en Keijyo (antiguo nombre de Seúl). En un entorno nuevo, recupera la salud gracias a un programa de tratamiento especial. Pero descubre que sus compañeras de clase comienzan a desaparecer... (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2018
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Lo mejor: el dispar recibimiento de una recién llegada a un sanatorio próximo a la ciudad de Gyoung-sung, a mitad del semestre de un curso de rehabilitación extremo, por parte de unas residentes que han contraído diversas dolencias y conviven con pocos lujos y menores condolencias, despertando más odio competitivo que simpatía simbiótica por el simple hecho de llamarse igual que la chica gracias a la cual dispone de plaza, muy en la línea del que cabría esperar en una situación similar; la rigidez conductual practicada en el citado centro, una en la que las normas son la clave de su intimidatoria estabilidad mediante un docente abuso que exige minuciosas preparaciones para toda actividad desempeñada y que se oculta tras prometedoras recompensas para quienes lo acaten; la manipulación metabólica desarrollada por las supuestamente implacables profesoras a partir de suplementos medicinales subministrados a diario, alteraciones activas que tienen impactantes efectos (especialmente poéticos y desconcertantes resultan los de la escena del fondo del lago del tramo medio y la del bordado con piel humana del final) y atemorizan por poder asumirse sin excesivas complicaciones en la vida real, siendo éste y no otro el sencillo mensaje captado por el espectador, que seguirá creyendo que la medicación sana pero también es peligrosa.

Lo peor: el drama personal de las tildadas de alumnas (pese a no aprender nada de índole facultativa) no cautiva en absoluto, ya sea por su clasicismo o intrascendencia, resultando una importante lacra para el conjunto fílmico; el nerviosismo que despierta la forma de hablar de la protagonista que se ve envuelta en un experimento pseudomilitar, la cual no abre la boca más de lo estrictamente necesario para que un fino hilo de voz salga de ella y se pronuncien las palabras que desea proferir con el menor esfuerzo imaginable, lo cual es tan desquiciante como la retrógrada filosofía que su figura representa de practicar deporte obsesivamente y entender la amistad, en una vertiente casi sexual, como si de un mal supremo se tratase; el exiguo aprovechamiento de cierto lugar en el que se ocultan multitud de objetos, revolucionarios para el emplazamiento que los albergan, y, sobre todo, del pozo típico de películas niponas (si bien otros elementos de esta clase de producciones se observan durante la trama, mucho más oscura de lo que aparenta en un principio), cuidándose solamente determinada libreta tapizada de rojo para que sirva como unión de las no pocas piezas dispuestas en una buena historia repleta de misterios, desapariciones y fuerzas sobrenaturales.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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