El esplendido rascacielos que alberga a nuestros personajes es el verdadero protagonista de esta cinta, sin desmerecer, por supuesto, a una radiante Sharon Stone que da lo mejor de si misma.
El enorme edificio cobija a una centena de habitantes, cada uno de ellos con sus manias, con sus dramas, con sus propias historias, sus propias vidas. A todos ellos les une el mismo vinculo, esta pieza arquitectónica en la que habitan, que los observa a todos todo el tiempo, como un testigo de piedra de la pasión y la tragedia inherentes a nuestra condición humana.
Es en este contexto donde se desarrolla una historia típicamente atípica de asesinatos, vecinos sospechosos y mujeres indefensas que, en mi opinion, funciona a la perfección, pues funde bien los tópicos y manias del genero con ciertas sorpresas e interesantes giros de guion. A destacar también todo el trasfondo informático de la historia, que, a principios de los 90, supone una mirada clarividente al futuro de vigilancia extrema que nos esperaba en los tiempos de hoy. Hay cierto terror a la tecnología aquí, al más puro estilo del mejor Cronenberg, con ese tira y afloja de atracción-repulsion por las maquinas que descubren nuestros más íntimos secretos.