Solo diré tres palabras, Jake Gyllenhaal, soberbio.
En otras críticas ya he dejado más que claro que Jake es, sin duda objetiva, el mejor (o de los mejores) actor de su generación y del cine actual. No se le resiste ningún papel, no importa el género, ni de la película ni del personaje. No importa el aspecto, no importa lo difícil, no importa la trama... Todo lo que importa es que él sea quien lleve todo ese peso sobre sus hombros, y es que lo lleva como si de un peso ligero se tratase, sin esfuerzo y con talento. Sin duda es uno de sus mejores papeles, probablemente porque como bien leí en una crítica anterior, es lo valiente que hay que ser para salir de la comodidad de lo conocido y adentrarse en la inquietud de lo desconocido, pero como decía seguro que también lo hace de manera magistral.
Si un director y productor quieren atraer al público a la vez que conseguir que un personaje, por simple que sea, haga al espectador no quitarle ojo, sin duda, llaman a Jake. Solucionado. Puede hacer de niño inocente y de padre coraje, al mismo tiempo y sin despeinarse.

No puedo hablar mucho del director porque siendo su debut no hay mucho que decir, pero sin duda aquí hace un magnífico trabajo.
Sumado al montaje, la fotografía, la edición... Es una película BIEN HECHA.

La película, te despierta tantos sentimientos a la vez, que llega un momento en que no sabes si amas u odias al personaje, no sabes si empatizas con él o quieres que terminen con él. Vas a sentir admiración y repudio a la vez, conseguido nuevamente gracias a la interpretación de un apellido que pesa mucho, nuestro Gyllenhaal no necesita a nadie más que a sí mismo para cargar con el peso de una superproducción, y en realidad, a mí también me basta.

Lo mejor: Jake Gyllenhaal. El personaje. La sociopatía
Lo peor: No a todo el mundo le gustará