Megan Fox es una actriz absolutamente explosiva pero ahí empieza y termina todo su talento. Si hubiera empezado en los 90, seguramente la habrían encasillado en el thriller erótico. Actualmente, no parece terminar de encontrar su sitio en Hollywood y sigue dando tumbos. Posiblemente termine anclada en la serie B, al igual que otras “sex bomb” de escasas dotes interpretativas, como por ejemplo Denise Richards.
Al menos Fox tiene aquí el protagonismo absoluto, en una floja historia de suspense con un reparto mínimo. Aislada en una casa de campo en invierno durante una nevada, su marido la pone en una complicada situación que me recuerda vagamente a lo que Stephen King planteaba en “El juego de Gerald”.
La película es muy corta, y aun así sus primeros compases son lentos y su estilo más bien se parece al de un telefilm al principio. Lo malo es que luego sigue igual.
Una vez que la protagonista está metida en este follón, la cosa parece que se va a poner mejor, pero se queda en el intento porque esto, en realidad, no da tanto juego como pretenden.
Para empezar, la actuación de Megan Fox es penosa y no transmite jamás lo mal que lo debería estar pasando su personaje. Pero es que el propio guion nunca me llega a enganchar, emocionar o entretener. Lo que sucede es que si uno ha visto muchos títulos de este género, “Till death” sorprende bastante poco, con situaciones de peligro muy repetitivas y en el que es fácil adivinar todo lo que va a pasar. Personalmente, no le veo ningún giro impactante, con lo cual es como si fuera una comedia sin gracia.
Se me ha hecho pesada y larga, durando solo 88 minutos. Tal vez pueda ser disfrutable por espectadores casuales o poco exigentes, pero a mí no me convence.