Tenía toda la pinta en la promoción de que iba a ser una película muy parecida a “Toy story”. En aquella, los juguetes cobraban vida cuando nadie les veía, y aquí es lo mismo pero con los animales de compañía.
Nada más empezar, unas vistosas imágenes de Nueva York acompañan a una comercial canción de Taylor Swift. Con eso ya basta para que dé buen rollo.
Aparecen muchos tipos de animales divertidos, cada uno haciendo sus gracias. Es una película divertida para toda la familia, en la línea del género de animación.
Me quedaría con el perro protagonista, la gata obesa y la perrita pija, aunque todos aportan su gracia.
A pesar de la falta de originalidad de la que pecan la mayoría de estos productos, no por ello deja de ser un divertimento en el que buenos momentos de comedia, yo diría que incluso geniales.
El argumento es, como se esperaba, tan simple como parecido a la primera aventura de Woody y Buzz Lightyear. Pero, afortunadamente, es tan cómica y divertida que al final eso es lo de menos.
Me he reído mucho, y con ganas. Momentos como ver al perro de ojos saltones bailando “heavy”, o el surrealismo extraño de lo de las salchichas al son de la música de “Grease”, me han parecido verdaderamente graciosos. Y, sinceramente, eso es mucho más de lo que puedo decir de muchos títulos de comedia estadounidense actuales de imagen real. Además, creo que han tenido la deferencia de pensar en todo tipo de público, y no limitarse a los más pequeños. Eso siempre se agradece en una película de este tipo. Tampoco pierden el tiempo con tonterías, y dura muy poquito, pero es lo que tiene que durar.
En la animación, me conformo con divertirme, pero si además me he reído mucho, para mi directamente es buena y no se hable más.