Esta miniserie llega con un gran creador detrás, como es Jean Jacques Annaud. El veterano director galo, creador de películas míticas (sobre todo en su etapa de los 80), ha sido el principal gancho para que me anime a verla.
Pero también es la adaptación de una famosa novela de género negro de Joël Dicker.
El reparto cuenta con varias caras conocidas, algunas de ellas algo desaparecidas de la primera plana desde hace tiempo (o por lo menos para mí), como son por ejemplo Virginia Madsen o Wayne Knight. Al joven protagonista no le conocía antes de verla.
El primer episodio tiene un arranque tranquilo, presentando a los personajes y sentando las bases para el misterio y la trama principal, que es un asesinato sin resolver del pasado. Una vez más, y parece que es la moda, el argumento se mueve en dos épocas diferentes pero relacionadas. Al menos la caracterización de Patrick Dempsey y algunos personajes secundarios con 30 años más, la han conseguido medianamente bien.
Toca también el mundillo literario y la famosa crisis de la página en blanco, algo que me gusta bastante y que casi siempre es mencionado por otros escritores, como por ejemplo Stephen King.
El montaje y fotografía revelan que hay una buena dirección detrás, como no podía esperarse menos estando Annaud en el equipo.
El interés se mantiene y la serie está equilibrada. Cuando salen producciones de muchas temporadas o que se estiran como un chicle, se agradece ver de vez en cuando miniseries como esta, que se limitan a adaptar la novela en 10 episodios de 40 minutos. Eso hace que no se haga larga ni aburra, aunque no tenga tampoco un ritmo frenético como otras. En el reparto del tiempo, lo han hecho bastante bien. Además, el argumento tiene sus giros y sorpresas, pero es tremendamente fácil de seguir.
Eso sí, viendo pueblos como los de esta serie, “Castle Rock” o “Heridas abiertas”, entre otras, parece que no es buena idea vivir en el entorno rural americano, que hay muy mala gente por lo visto.