Crítica escrita tras el final de la séptima temporada.
Esta serie explota la figura del friki del siglo XXI, caricaturizando sus estereotipos de una manera muy exagerada, pero con la que algunos nos podemos identificar (salvando las distancias).
Estos personajes tan peculiares son científicos de la Universidad, y expertos en cómics, películas, series y videojuegos. Son continuas las referencias a "Star wars", "Star Trek", "El señor de los anillos", el mundo de Marvel, etcétera.
Pero la gracia está principalmente en Sheldon Cooper. Este individuo maniático, repelente, obsesivo y superdotado es el eje central de la serie. Sus frases lapidarias pueden formar parte de la historia de la televisión, a la par que las del doctor House.
Por otro lado tenemos a Penny, la vecina rubia que vive enfrente de estos bichos raros y pertenece a un mundo totalmente distinto.
Las situaciones y los diálogos son divertidísimos. Los episodios se pasan volando y perfectamente se pueden ver varios seguidos sin aburrirse. Las primeras temporadas son realmente hilarantes.
Lo malo es que ha tenido tanto éxito que se está empezando a alargar demasiado. Tras la séptima temporada se nota que los guiones ya no son tan frescos como al principio. Ya no son tan fuertes las frases de Sheldon como antes y todo es ya previsible.
Esperemos que no baja demasiado la calidad, pues va a tener como mínimo nueve.
De hecho, si hubiera tenido que ponerle nota en las primeras temporadas, le habría puesto un ocho. Pero el estiramiento de las temporadas le está sentando mal a su nivel de calidad.
Desde luego, es la mejor comedia con episodios de 20 minutos y risas grabadas que he visto nunca.