Haz click aquí para copiar la URL
España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
7
Drama Andrew Beckett, un joven y prometedor abogado de Philadelphia, es despedido del prestigioso bufete en el que trabaja cuando sus jefes se enteran de que ha contraído el sida. Decide entonces demandar a la empresa por despido improcedente, pero en un principio ningún abogado acepta defender su caso. (FILMAFFINITY)
17 de agosto de 2012
Sé el primero en valorar esta crítica
Hay muchas grandes películas. Muchas películas con grandes directores, gran guion y gran reparto, pero no hay muchas películas necesarias. Philadelphia llegó en un momento en el que se necesitaba algo así. El cine es, muchas veces, una herramienta muy útil.

Jonathan Demme (que venía de dirigir El silencio de los corderos) dirige este emotivo drama judicial que aborda de forma conjunta la homosexualidad y el drama del SIDA. Demme nos presenta la historia con una crudeza que atraviesa el corazón sin tener que echar mano de escenas que busquen la lágrima fácil. El director hace algo poco usual: empieza la película de forma muy dinámica y muy alegre y mete el primer giro muy pronto, de forma que el nudo narrativo ocupa practicamente el 90% del metraje, algo que permite mostrar todos y cada uno de los detalles del caso, tanto en materia judicial como en el apartado personal, donde vemos la transformación de uno de los personajes principales y, lo más importante y difícil, vemos la implicación de todos los secundarios que aportan un valor incalculable al total de la película. Es por los secundarios por lo que un drama de este tamaño se convierte, en cierto modo, en un canto a la esperanza, y eso es gracias a que Demme sabe introducirlos a todos para que lleven a la historia su experiencia. Además, por otra parte, tenemos la fabulosa banda sonora, un trabajo impresionante que une a Bruce Springsteen y a María Callas y que forma parte del estado de ánimo y de la evolución de los protagonistas.

Tom Hanks hace un trabajo impresionante. A estas alturas ya no sorprende nada del actor californiano, pero por aquel entonces sus trabajos más reconocidos eran Big y Despedida de soltero, dos comedias muy alejadas de lo que iba a ser Philadelphia. Denzel Washington, actor que en los últimos tiempos ha perdido cartel, se había ganado un nombre un año antes con su trabajo en Malcolm X y, en Philadelphia, encontró el escalón definitivo para encontrar el reconocimiento unánime de la crítica. Antonio Banderas, que estrenó dos películas (incluyendo Philadelphia) ese mismo año, había trabajado una única vez antes en Hollywood y fue aquí donde sorprendió al público del otro lado del charco. Luego, Banderas optó por otro tipo de cine, algo respetable pero desafortunado, a mi entender, dado que tiene talento para hacer cine de más kilates que el que lleva tiempo haciendo en las américas. Un enorme abanico de acertados secundarios complementan el trabajo de los dos protagonistas y el secundario de más peso.

Resumiendo, que es gerundio: Philadelphia fue una película necesaria y hay pocas que puedan decir eso. Una película auténtica con un guion soberbio de Ron Nyswaner y un fabuloso trabajo tras las cámaras de Jonathan Demme. Con una pareja protagonista con talento y ganas de triunfar, la receta tenía que dar, sí o sí, un sabroso plato como resultado.
Grijander
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow