Es de lejos el trabajo más flojo de Pedro Almodóvar (Hable con Ella) en su ya dilatada carrera. Después de varios años sin tocar el género cómico el director manchego nos presenta una obra que pretende ser muy divertida pero que se pierde entre trazos de humor grueso y chabacano, que causa a veces más estupor que risas. Tampoco ayuda un guión un tanto anárquico que nos hace sentir que estamos viendo algo construido a medias, con partes en la trama que se abocan a un abismo del que es muy difícil salir, con algunas escenas que no vienen a cuento y que son difíciles de comprender. En cuanto al lenguaje utilizado es demasiado obsceno y falto de elegancia puesto en la boca de los protagonistas gays que inundan la película, quienes son los que realmente elevan un poco la aptitud lúdica del filme: el genial Javier Cámara (Truman), el sorprendente Carlos Areces (Anacleto: Agente Secreto), Lola Dueñas (Viaje al Cuarto de una Madre) o Raúl Arévalo (La Isla Mínima) entre otros. Gracias al buen trabajo de sus actores Los Amantes Pasajeros no se estrella en medio de la nada, pero casi roza el limbo de los productos de serie B a pesar del estilo tan chic con el que está construido. Es una obra menor con la que Almodóvar pasaría un gran rato escribiéndola y dirigiéndola, pero que no es capaz de calar en el público por ser demasiado obvia en su mensaje.
Estupendo, eso sí, el guiño crítico al aeropuerto de Ciudad Real.