Remake estadounidense de la película israelí Mar Baum cuya gran aportación al cine es la de dejarnos uno de los últimos papeles como protagonista del añorado Robin Williams (Hook). A pesar de la presencia del gran cómico, la película demuestra que con el paso del metraje va perdiendo fuelle y el mensaje de bondad, el malhumor y sus consecuencias se van haciendo cada vez más pesados, contribuyendo a que el desenlace de la película se antejo más que rutinario. Además, el aire de telefilme pulula muy a menudo por entre sus fotogramas por lo que aparenta ser una película de baratillo. Salva esto, como digo, la aparición de Willliams y una Mila Kunis (El Destino de Júpiter) que no muestra su mejor forma pero que demuestra que disfrutó haciendo esta película con el mito cómico. Robin Williams tampoco parece que hace una gran actuación como gruñón temperamental y casi alocado en uno de sus papeles más histriónicos. Otro actor que casi olvido es el siempre competente Peter Dinklage (Juego de Tronos): grande como siempre.

Tras las cámaras está el veterano y poco prolífico Phil Alden Robinson (Sneakers, Campo de Sueños), que no demuestra mucha precisión para narrar la trama y al que se le va un poco la mano con demasiadas tomas de Brooklyn obviando en algunos momentos escenas con actores o procurando buscar más profundidad a una trama que ya se sabe como va desembocar. Aún así, por momentos sabe tocar alguna tecla y el mensaje de cambio, bondad y moralidad está más o menos expuesto al público, aunque a veces se haga de forma muy tramposa con los recuerdos y el funesto destino al que se dirige la cinta. Tiene algo de humor negro cuando Williams se suelta la boca, que es lo que más destaca, pero también se pierde en flashbacks innecesarios.