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Voto de Argoderse:
8
Thriller. Cine negro Una noche, en los barrios bajos de Nueva Orleáns, el rufián Blackie y sus amigos matan a un inmigrante que les había ganado jugando al póker. A la mañana siguiente, el doctor Clint Reed del Servicio de Salud Pública confirma que el muerto tenía la peste neumónica. Para evitar una epidemia que tendría efectos catastróficos, Clint y el capitán de policía Tom Warren tratan de encontrar y aislar a los asesinos. La operación se lleva a cabo ... [+]
7 de octubre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1950, en pleno auge del Macarthismo y la tan famosa 'Caza de Brujas', Elia Kazan -absuelto por el Comité de Actividades Antiamericanas de forma dudosa tras su vinculación al partido comunista- filmó con absoluta maestría Pánico en las calles, una de sus películas menos recordadas del cineasta, pero con muchos matices que a día de hoy, más que nunca, siguen de actualidad.

De forma vertiginosa, con un ritmo vigoroso y narrada con suma habilidad, el argumento de Pánico en las calles esconde ese mensaje anticomunista de la época. Sorprende ver al perseguido Kazan brindando un trabajo de estas características, si bien se intuyen evidentes presiones políticas y de la propia 20th Century Fox en el trabajo del director.

Aun con todo, el aviso a la sociedad de la época y que se puede extrapolar a cualquier momento es rotundo. Un inmigrante introduce la peste negra -socialismo y comunismo- en Estados Unidos, que amenaza con extenderse por todo el país gracias al mal hacer de los gángsters y gente de baja estofa -los elementos soviéticos-, poniendo en peligro a la población norteamericana. A partir de ahí, las prestas, inteligentes y resolutivas autoridades estadounidenses -como se refleja a lo largo del filme, ensalzando las cualidades de estas- se ponen en marcha para capturar a los infractores y evitar la propagación del virus.

Alejándonos de ese objetivo propagandístico, efectivo y que se advierte desde las primeras secuencias, la película es un ejemplo evidente de la clase de Elia Kazan como realizador y narrador. Odiado y amado a partes iguales, el director de La ley del silencio, entre otras, sirve en bandeja una historia entretenida y rodada al estilo clásico que, a pesar de intuirse su conclusión, mantiene la intriga y la atención del espectador en todo momento.

Kazan filma planos brillantes de los bajos fondos de Nueva Orleans, acompañados por unas interpretaciones magníficas de todo el reparto. En especial, el sensacional duelo interpretativo entre Widmark y Palance, en la piel de cazador y presa respectivamente. Ambos actores aparecen bien secundados por Paul Douglas y Zero Mostel, que sufrió en sus propias carnes la brutalidad del Macarthismo.

De cuando en cuando, la ficción y la realidad se dan la mano en la gran pantalla, brindando trabajos como Pánico en las calles que, más de sesenta años después de su estreno, no ha perdido la vigencia de la época. Un ejemplo más de que el cine se adelanta a su tiempo y nos enseña que el pánico y la histeria no conducen a nada bueno. No está de más recordarlo en los tiempos que corren.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
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