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Voto de Pedro_MG:
6
Drama Narra la campaña presidencial del senador estadounidense Gary Hart, que tuvo lugar en 1988, momento en el que los medios de comunicación difundieron un escandaloso romance extramatrimonial del político. Tras perder la candidatura demócrata contra Walter Mondale en 1984, Gary Hart (Jackman) hizo un regreso triunfal a la candidatura a Presidente en 1987, en un momento en que su partido estaba desesperado por arrebatarle el poder a los ... [+]
20 de julio de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película algo espesa, que cae sobre los hombros de un Hugh Jackman que tiene que cargar con el peso de la misma durante todo el metraje sin demasiada ayuda por parte del resto del elenco. El tratamiento de la historia podría haber gozado de un planteamiento algo más cercano a lo humorístico, dado lo rídiculo que al otro lado del charco puede parecernos esta historia.

A los americanos, o a las sociedades protestantes en general, parece importarles demasiado lo que se diga de ellos. Hay una dictadura moral y de la imagen que impide desarrollar otros argumentos. No sabremos si Gary Hart hubiera sido un buen presidente o un buen líder para los EEUU ya que, al parecer, lo que realmente importaba era lo que hacía o dejaba de hacer sobre un colchón con diferentes señoritas.

Por desgracia, esta idea tan puritana parece extenderse entre las nuevas generaciones en el resto de Occidente, tan alineadas al pensamiento único procedente de la cultura dominante, con lo que probablemente tendremos que acostumbrarnos a esa tóxica idea de que "lo personal es político", como aparentemente dijo una despreciable ideóloga en los años 70, a la que prefiero no mencionar.

Y no, lo personal no es político, pese a que desde EEUU y el pensamiento luterano se haya aplicado esta idea de manera tan rastrera. Al mundo anglosajón le debemos la aparición de la asquerosa prensa amarilla, con sus tabloides sensacionalistas. Quizás sea el papel de la prensa lo que más me interesa de la cinta, observando como medios aparentemente respetables, dirigidos por gente constantemente aclamada en las facultades de Periodismo como Ben Bradlee, caen en la trampa por un puñado de ventas extra.

Si gente así hizo lo que hizo, luego no podremos llorar leyendo OK Diario o Público.
Pedro_MG
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