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España España · Barcelona
Voto de Jaime Flores:
9
Drama Nigel (Hugh Grant) y su mujer Fiona (Kristin Scott-Thomas) son un matrimonio británico de crucero para celebrar su séptimo aniversario de boda. A bordo conocen a la atractiva y deshinibida Mimi (Emmanuelle Seigner) y a su marido Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que está inválido en una silla de ruedas. Nigel empieza a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se da cuenta, le propone que intente seducirla, pero antes le cuenta cómo ... [+]
14 de octubre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi sin darme cuenta, he poseído el cuerpo de Hugh Grant. Estoy en un barco en medio del mar, rumbo a un destino exótico para disfrutar de unas vacaciones junto a mi mujer, con la que llevo ¿siete años ya? Buf... Huyendo de ella he terminado, no sé muy bien cómo, en el camarote de un chiflado que me habla de no sé qué. Se le ve sólo y sin ningún atisbo de coherencia, pero tampoco hay mucho más que hacer por aquí. ¿Cuál es la alternativa? ¿Volver con mi mujer? No, mejor me quedo...

Así es como nos sumergimos en una historia sórdida, asfixiante y desquiciada, protagonizada por una relación enfermiza pero bastante típica en según qué hombres maduros que buscan sentirse deseados y según qué chicas jóvenes con graves problemas de autoestima. Nos muestra cómo el ser humano es el peor de todos los seres, vivos y muertos, que hay sobre la faz de la tierra, y nos habla del amor desde su punto más obsesivo, eliminando de un plumazo todo aquello del amor romántico. Ni bonito ni mucho menos duradero. Roman Polanski nos dice que el amor es algo así como una enfermedad mental, absolutamente fugaz, y que lo único que queda después de su paso es el cariño o el asco, dependiendo de cómo sea tu pareja y de cómo seas tú mismo. Aún con todo lo perversa que es "Lunas de hiel", se me hace más creíble que todas las comedias románticas juntas, porque el devenir de la vida y sus fricciones inevitables del día a día convierten el amor en algo imposible, únicamente alcanzable desde un conformismo absoluto.

¿Qué hay cuando el amor se acaba? Pues posiblemente, ellos.

El filme consigue compactar todos los sentimientos habidos y por haber dentro de una relación amorosa, incluso los más inimaginables, convirtiéndolos en comprensibles gracias a lo bien que nos lo cuentan. La historia va a su ritmo, deteniéndose donde tiene que hacerlo y llegando hasta dónde quiere llegar, logrando que pasemos por los mismos estados de ánimo que los protagonistas y que entendamos porqué son como son en la actualidad. De esos polvos, estos lodos. De igual forma que lo hace el barco con sus pasajeros, Polanski nos conduce por donde quiere sin posibilidad de escape.

La banda sonora, repleta de grandes éxitos ochenteros, sirve para desengrasar toda la basura que vemos y para que no olvidemos que en esta historia también hubo momentos felices. De igual forma lo hace la ambientación, asfixiándonos en el camarote y en ese piso de París pero dándonos aire en la cubierta del barco, con el mar y la luna en su máximo esplendor. El reparto, sin ser nada del otro mundo, encaja. Peter Coyote hace un papelón, gracias a una joya de personaje, y Hugh Grant y Kristin Scott Thomas lucen espléndidos. No tienen mucho más que hacer. Por su parte, Emmanuelle Seigner, de igual forma que Sofia Coppola en "El padrino III", deja claro que el único motivo posible de su fichaje es un nepotismo descarado.

“Un Dios salvaje” me mostró que Polanski tenía mucho oficio, “Chinatown” me sedujo de una forma que sólo el paso del tiempo me ha mostrado hasta qué punto y "Lunas de hiel", además de parecerme extraordinaria, me ha incitado a devorarme toda la filmografía del cineasta.

El chiflado ya me ha contado su historia. Ahora no me lo parece tanto. Ahora le entiendo, y se lo hago saber. Y no sólo eso, sino que también le respeto por lo que algún día fue. Hay que ver cómo cambia la percepción que tenemos de la gente cuando les escuchamos un ratito. Él me pregunta que si también la entiendo a ella. Le respondo que sí, pero miento, porque el comportamiento de Mimi es completamente incomprensible. Sin darme cuenta, el viaje ya está a punto de terminar. Vuelvo con mi mujer y me doy cuenta de que nuestra relación no está tan mal. ¡Qué narices, es un puñetero cuento de hadas!
Jaime Flores
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