Con poquísima publicidad llegó a las salas la nueva película de Álex de la Iglesia, "Veneciafrenia", a la que podría definir como irregular. La idea es genial, más acertada y actual imposible, un puñal directo al capitalismo, y por ello no comprendo cómo Álex puede tratar con tanto desdén ese argumento y resguardarse en el slasher más intrascendente. Al matar por matar nunca le vi ninguna gracia.

Los que vivimos en una gran ciudad turística como Barcelona sabemos lo que supone el turismo masivo, aunque confieso que a mi no me molesta. Los que hemos estado en Venecia conocemos de primera mano que eso, ahí, se quintuplica. Como turista no le das importancia, pero esta película me hizo reflexionar y, ciertamente, vivir en Venecia debe ser algo parecido al infierno. De ahí que no me extrañaría en absoluto que pudiese surgir algún grupúsculo parecido al que nos muestra De La Iglesia, ésa es la genialidad*(1).

Su problema es que promete más de lo que da. La película no remata la faena y no encuentra su tono, además de cometer varios errores bastante clamorosos*(2). La protagonista es irritante y el reparto no es para tirar cohetes, no puedo decir que lo hagan mal pero todos ellos son sustituibles. Ninguno se adueña de su personaje. En el terreno del terror, ahí sí, "Veneciafrenia" consigue su propósito. Pocas cosas dan más miedo que las máscaras y Venecia de noche, y si Álex de la Iglesia está detrás, prepárate.

No sé qué le ocurrió a Álex de la Iglesia con esta película, si tenía prisa o poco dinero, o si sólo quería hacer algo entretenido y aprovechó para colar una crítica al turismo masivo. Lo que sí sé es que a "Veneciafrenia" le falta grandilocuencia por todos lados o, en su defecto, nunca debería de haber tocado un tema tan valioso para luego pasar de él.