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Aventuras
Gran Bretaña, siglo XVIII. John Mohune, un niño de familia noble pero pobre, es enviado por su madre moribunda a Moonfleet, para que se ponga bajo la protección de Jeremy Fox. El chico descubre que Fox, además de ser un antiguo amante de su madre, es el jefe de una banda de bucaneros. Entre los dos surgirá una extraña amistad y juntos vivirán apasionantes aventuras. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2010
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo largometraje que Fritz Lang (“Furia”, 1936) realiza para la MGM. El guión, de Margaret Fitts y Jan Lustig, se inspira en la novela “Moonfleet” (1898), del británico John Meade Falkner (1858-1932), que a su vez se inspira en “La isla del tesoro” (1883), de Robert L. Stevenson. Se rueda entre el 17/VIII y el 12/X de 1954, en platós de MGM Studios (Culver City, CA) y en unos pocos escenarios naturales de la costa de California, con un presupuesto de obra menor. Producido por John Houseman (“Carta de una desconocida”, Ophüls, 1948) para la MGM, se estrena el 24-VI-1955 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en Moonfleet (pequeño puerto de la costa inglesa de Dorset) y alrededores, a partir de octubre de 1787. El pequeño John Mohune (Whitely), de unos 8 años, tras la muerte de la madre queda solo en el mundo y se traslada a pie a Moonfleet con una carta de presentación dirigida por ella a Jeremy Fox (Granger), administrador de los bienes de la familia Mohune y contrabandista. Fox es astuto, vanidoso, autoritario y traicionero. De vida licenciosa, es aficionado a las aventuras, tiene buen corazón y sigue enamorado de Olivia, una antigua amante que no ha podido olvidar. Lleva en el alma una profunda herida causada por haber sido rechazada por la familia su propuesta de matrimonio con Olivia, madre del pequeño Mohune. El pequeño John es inocente, inexperto, siente gran admiración por Fox, es curioso y está interesado en todo lo que ocurre a su alrededor.
El film suma aventuras, drama, misterio, contrabandistas y cine de época (Inglaterra del s. XVIII). Tiene escaso éxito en EEUU y se distribuye tarde y mal en Europa. En España no se estrena en el circuito comercial. Pasados los años, se emite por la segunda cadena de TVE bajo el título de “Los aventureros de la noche” y se incorpora con éxito al circuito del cine de arte y ensayo. Es el primer trabajo de Lang en cinemascope, sistema por el que no siente simpatía. Realiza su trabajo con interés y entrega, pese a tratarse de una obra de encargo. Crea una obra oscura, sombría, misteriosa, melancólica y triste, de singular belleza. Los lances de aventura destilan vigor y una seductora vitalidad. Capta y retiene la atención del espectador.
Es admirable la economía de medios que usa Lang. Sus elipsis narrativas están diseñadas y cortadas con maestría. Se sirve de sobreentendidos y supuestos, que quedan abiertos a la libre interpretación del espectador. Admira la sobriedad y la austeridad como medios al servicio de un discurso exento de adornos, rizos y derivas moralistas. Bajo la sencillez de su apariencia, el film oculta un rico, complejo y profundo mundo interior, que invita a la reflexión.
La acción dramática tiene lugar en Moonfleet (pequeño puerto de la costa inglesa de Dorset) y alrededores, a partir de octubre de 1787. El pequeño John Mohune (Whitely), de unos 8 años, tras la muerte de la madre queda solo en el mundo y se traslada a pie a Moonfleet con una carta de presentación dirigida por ella a Jeremy Fox (Granger), administrador de los bienes de la familia Mohune y contrabandista. Fox es astuto, vanidoso, autoritario y traicionero. De vida licenciosa, es aficionado a las aventuras, tiene buen corazón y sigue enamorado de Olivia, una antigua amante que no ha podido olvidar. Lleva en el alma una profunda herida causada por haber sido rechazada por la familia su propuesta de matrimonio con Olivia, madre del pequeño Mohune. El pequeño John es inocente, inexperto, siente gran admiración por Fox, es curioso y está interesado en todo lo que ocurre a su alrededor.
El film suma aventuras, drama, misterio, contrabandistas y cine de época (Inglaterra del s. XVIII). Tiene escaso éxito en EEUU y se distribuye tarde y mal en Europa. En España no se estrena en el circuito comercial. Pasados los años, se emite por la segunda cadena de TVE bajo el título de “Los aventureros de la noche” y se incorpora con éxito al circuito del cine de arte y ensayo. Es el primer trabajo de Lang en cinemascope, sistema por el que no siente simpatía. Realiza su trabajo con interés y entrega, pese a tratarse de una obra de encargo. Crea una obra oscura, sombría, misteriosa, melancólica y triste, de singular belleza. Los lances de aventura destilan vigor y una seductora vitalidad. Capta y retiene la atención del espectador.
Es admirable la economía de medios que usa Lang. Sus elipsis narrativas están diseñadas y cortadas con maestría. Se sirve de sobreentendidos y supuestos, que quedan abiertos a la libre interpretación del espectador. Admira la sobriedad y la austeridad como medios al servicio de un discurso exento de adornos, rizos y derivas moralistas. Bajo la sencillez de su apariencia, el film oculta un rico, complejo y profundo mundo interior, que invita a la reflexión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película explora con ternura las relaciones de un niño y un adulto de puntos de vista diferentes; una trayectoria de amistad, fascinación y aprendizaje; el peso del pasado; el descubrimiento de la vida, la maduración de un niño y su toma de consciencia; la lucha entre la inocencia y las tinieblas; la fuerza del destino y la fatalidad; los límites, posibilidades y singularidades del género de aventuras. Frente a la mirada ingenua e inocente del pequeño se levanta un mundo en el que se mueven a sus anchas la perversidad, el odio, el egoísmo, el cinismo, la codicia, la corrupción, el diablo y la muerte (personificada en una figura que se ve en un breve plano contrapicado de fácil identificación).
Lang ilustra y ambienta la segunda parte con imágenes, vistas con ojos de niño, de un contrabandista ahorcado, el esqueleto de un héroe del pasado, la escultura de un ángel ciego, un cementerio poblado de sombras vivas, gritos de murciélago, el fantasma de un muerto, una capilla anglicana poseída por las tinieblas, etc. Añade grutas, pozos, escondites, agujeros, guaridas y criptas, que evocan la realidad del mundo hipócrita de los vivos. Son escenas para el recuerdo el baile erótico de la gitana Gipsy, la pelea en la taberna con una lanza hachada, el tropiezo con una tumba, la bajada a la playa, etc.
La banda sonora, de Miklós Rózsa, ofrece una espléndida partitura, de 13 cortes, rica en resonancias románticas, sensuales y dramáticas. Son memorables los pasajes que evocan el sonido de los golpes de mar en los rompientes de la costa. La fotografía, de Robert Plank (“Los tres mosqueteros”, Sidney, 1948), en color (eastmancolor) y scope, compone una visualidad oscura (de tintes góticos), elaborada, densa y austera, realzada por una iluminación tenue, bien dispuesta y que imita la luz de las velas.
Bibliografia
- Rafael de ESPAÑA, “Los contrabandistas de Moonfleet”, libreto del DVD, 32 págs., Impulso Records ed., Tenerife 2010.
- Quim CASAS, “Fritz Lang”, pág. 211-214, Cátedra ed., Madrid 2009 (3ª edición)
- Carlos F. HEREDERO, “Los contrabandistas ...”, ‘Mundo obrero’, septiembre 1987.
Lang ilustra y ambienta la segunda parte con imágenes, vistas con ojos de niño, de un contrabandista ahorcado, el esqueleto de un héroe del pasado, la escultura de un ángel ciego, un cementerio poblado de sombras vivas, gritos de murciélago, el fantasma de un muerto, una capilla anglicana poseída por las tinieblas, etc. Añade grutas, pozos, escondites, agujeros, guaridas y criptas, que evocan la realidad del mundo hipócrita de los vivos. Son escenas para el recuerdo el baile erótico de la gitana Gipsy, la pelea en la taberna con una lanza hachada, el tropiezo con una tumba, la bajada a la playa, etc.
La banda sonora, de Miklós Rózsa, ofrece una espléndida partitura, de 13 cortes, rica en resonancias románticas, sensuales y dramáticas. Son memorables los pasajes que evocan el sonido de los golpes de mar en los rompientes de la costa. La fotografía, de Robert Plank (“Los tres mosqueteros”, Sidney, 1948), en color (eastmancolor) y scope, compone una visualidad oscura (de tintes góticos), elaborada, densa y austera, realzada por una iluminación tenue, bien dispuesta y que imita la luz de las velas.
Bibliografia
- Rafael de ESPAÑA, “Los contrabandistas de Moonfleet”, libreto del DVD, 32 págs., Impulso Records ed., Tenerife 2010.
- Quim CASAS, “Fritz Lang”, pág. 211-214, Cátedra ed., Madrid 2009 (3ª edición)
- Carlos F. HEREDERO, “Los contrabandistas ...”, ‘Mundo obrero’, septiembre 1987.