Con Miike tengo un problema. Por un lado me atrae su cine y procuro ver casi todo lo que hace, por otro es tan irregular que cada vez es una lotería. Capaz de lo mejor y de lo peor, en esta ocasión me ha dejado indiferente.

Sin comerlo ni beberlo, un buen día explota la cabeza de un profesor de instituto. Los alumnos se ven obligados a participar en un juego mortal para entretenimiento de "Dios". Los contados supervivientes avanzarán sólo para enfrentarse a una serie de juegos a cada cual más mortífero y extraño.

Entre los aspectos positivos de la película destaca por encima de todo la calidad de sus efectos especiales, que son muchos y diversos. También debo reconocer que los juegos tienen su "gracia", pero aquí prácticamente se acaba lo bueno. Sobre el guion podría decirse que no existe. Ni se sabe quién, ni por qué, ni cómo, ni para qué. Los intentos por dar trasfondo a los personajes se quedan en eso, en intentos y al final lo que tenemos ante nosotros es una serie de roles totalmente esteriotipados. A saber: el héroe, su chica, la ex del héroe que sigue enamorada, el psicópata y las víctimas varias.

Si dijese que me he aburrido mentiría. Pero vamos, de ahí a verla como una buena peli va un mundo. Si a la masacre sangrienta de los juegos le sumamos otras cuantas víctimas gratuitas sin sentido, el resultado es un festival de muerte medio gore del que apenas si se libra el apuntador.

Si eres fan incondicional de Miike, te gustará. Si no te gusta Miike, pasa de largo. Si como yo, a veces te gusta y a veces no, puedes echarlo a cara o cruz...


- Lo mejor: la pegadiza "Kagome, kagome".
- Lo peor: pese a que me gustan las sorpresas, Miike es demasiado aleatorio.