Decepcionante. La película parte de unos ingredientes adecuados: una pareja de actores de calidad (Song Kang-ho y Kim Ok Bin) y una buena dirección. Pero le falto algo muy importante, un guión en condiciones.

La cosa empieza francamente bien. La primera hora de metraje me ha gustado bastante, y prometía ser una excelente película. Un sacerdote decide prestarse voluntario en la prueba de un nuevo fármaco que ha matado a 500 personas, siendo él el único superviviente. Adorado por sus fieles como un hombre milagroso, un día sufre una recaída y muere súbitamente. Sin embargo regresa como al mundo de los vivos convertido en vampiro. Sus creencias y su fe, nos son suficientes para evitar lo prohibido...

Aquí termina lo bueno. La cinta se transforma en un espectáculo que busca más lo efectista que la propia historia. Muy buenos efectos especiales, todo muy vistoso, unas actuaciones brutales, gran fotografía... Pero, ¿y la historia? Qué desperdicio. Y para colmo, es demasiado larga y termina siendo cansina.

No dudo del talento de Park Chan-wook, aunque no sea santo de mi devoción. Me parece interesante la visión de la temática vampírica (que por cierto, me gusta) que plantea, sin colmillos y dando un valor añadido a la humanidad del personaje y su sexualidad. Pero no es suficiente. Falta contar una historia.