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Voto de Sabino (Diari Menorca):
5
Comedia. Romance. Fantástico. Terror R, un zombi con problemas existenciales, entabla una extraña amistad con la novia de una de sus víctimas. Esta insólita relación provoca una reacción en cadena que cambia su vida, la de sus iguales y, probablemente, la de todo el planeta. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2014
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El siempre generoso universo de los muertos vivientes adquiere tintes de comedia romántica adolescente en este simpático producto que tiene, como única ambición, agradar y ser rentable. Los emergentes Nicholas Hoult y Teresa Palmer reconstruyen, en clave apocalíptica, el mito de Romeo y Julieta, aunque su originalidad radica en el sugerido paralelismo entre el zombismo y la rebeldía en plena edad del pavo… Sugerido, que no sugerente…
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Para zombies in love
(+) La magnífica fotografía post-apocalíptica de Javier Aguirresarobe.
(-) ¿Descarada o amortiguada? ¿Vivaracha o mortecina?…De nada o de todo un poco pero, realmente, uno se siente en tierra de nadie…
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Cuando George A. Romero resucitó para el cine el lúgubre y ancestral mito de los zombies, jamás imaginó que, 45 años después del estreno de ‘La Noche de los Muertos Vivientes’ (‘Night of the Living Dead’, 1968), estos seres de ultratumba constituyeran una especie de (falsa) tribu urbana en nuestra sociedad contemporánea… Hoy en día, ser zombie es el estado vital al que todo joven (desencantadísimo con el panorama político-social que ha heredado, of course) desea aspirar… Los muertos vivientes son libres, no deciden qué ponerse por las mañanas, no se preocupan por la higiene, comen lo primero que pillan, no viven obsesionados con encontrar pareja, ni siquiera con el sexo esporádico de una noche loca y, lo más importante, no tienen por qué trabajar…
R (Nicholas Hoult) es nuestro tórtolo protagonista, un putrefacto héroe adolescente que disfruta, literalmente, de una vida que no es vida… Más allá de poseer un corazón que no late, R representa la escasa diferencia que hay entre un no muerto de un vivo, pues recordando la sociedad pre-apocalíptica de la que es fatal superviviente, la de el teléfono móvil omnipresente, la de los macrobotellones, la de las marujas histéricas en las rebajas, R se erige como nostágico evocador de una inocencia ya desaparecida… De hecho, nuestro apuesto Romeo Z no es malo, sino que vive la despreocupación de forma distinta, casi infantil, como reivindicador de valores tan bonitos como la amistad y la idea de colectivo… Un zombie solo no puede hacer gran cosa, pero cuando se junta con sus amigotes…¡Cuidadín!
¿Metáfora política, denuncia social, pitorreo o la más tierna candidez púber? ¿Comedia romántica o parodia apocalíptica? ¿Shakespeare infectado por el virus Hardwicke? ¿Cormac McCarthy en clave ‘Crepúsculo’?... Realmente, la película de Jonathan Levine transita entre distintas texturas artísticas y narrativas como la melancólica eterna juventud, el romance más clasicote, el gag antropológico, la desmitificación redentora o el chistecillo autocrítico, pero sobresale, sin ningún género de duda, ese monólogo lleno de ternura, verdad y conflicto interior de nuestro zombie enamorado, amante pasajero de un avión que nunca partirá y que decide, inspirado por un amor (en principio) imposible, saltarse las más sagradas reglas del muerto viviente y no comerse a su amada Julieta, perdón Julia (Teresa Palmer)…
Lástima que el film pretenda demasiadas cosas y, a la vez, quiera salir bien parado de todas ellas… Levine no se la juega, pues sabe que tiene en sus manos un artefacto de poca menejabilidad autoral y que debe satisfacer, ante todo, a productores y público… Lo consigue con suficiencia y solvencia, es cierto, pero vuelvo a tener la sensación de ocasión perdida… Quizás esta leyenda del terror que son los zombies ha desaprovechado una muy interesante reflexión metafórica… Los muertos siempre han exhumado sus propios cuerpos como protesta contra los convencionalismos, contra lo establecido… En un momento como éste en el que la cultura del ocio y del espectáculo te ofrece tantas posibilidades distintas para soñar con ser quien quieras ser, aunque estés muerto… ¿Realmente resulta tan interesante y atractivo ser un muerto viviente romántico y enamorado, que desea amar, que desea sangrar? El anarquismo utópico y libérrimo de los paraísos zombies da para mucho más de sí…
Sabino (Diari Menorca)
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