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Voto de José (FullPush):
8
25 de marzo de 2012
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escupo los peros primero, y así acabamos antes: la peli es muy larga (casi dos horas y media) y el ritmo característicamente nipón, es decir, muy lento. Sin problemas en principio. En principio.
Avisado esto, la peli es también indudablemente interesante. Primero porque visualmente quita el habla y el "sentío", y lo hace ¡con arena! Menudo juego da la puñetera... me ha traído a la mente las construcciones mastodónticas que algunos cracks montan en las playas con un cubo y una pala mientras tú no pasas del cutre-castillo-con-ventana que aplastar luego con saña. Ahí es donde se ve el talento de verdad, y los japos lo tienen a espuertas, si por cuestiones de nacimiento o por simple cabezonería es otra cuestión. Y aquí es donde saco a colación el segundo punto de interés, que hace de la obra algo digno de verse: ¿en Japón hay desiertos? ¿de dónde coño han salido? Me juego el cuello a que los muy cabezones allá que fueron, a la orilla del mar con el cubo y con la pala a montárselo ellos mismos.
Coñas aparte, no era eso lo que yo venía a decir, pero así completo caracteres. Decía que la obra que nos ocupa es muy interesante por el variado y siempre lúcido calado reflexivo que demuestra. A saber: la fragilidad y maleabilidad del individuo (como la arena); la insatisfacción galopante por bandera (granos de arena al viento); la inutilidad de los esquemas y monedas (¿recoges arena para vivir o vives recogiendo ésta?); lo fútil y baladí de los propósitos o las ansias por alcanzar la trascendencia (cuando todo es arena); el miedo a lo diferente, el hastío como aceptada (y arenosa) sumisión; lo vasto del mundo ante un mar de dudas en medio del desierto (con su arena); la certeza, en fin, de que hay cosas que siempre escaparán a nuestro control y poco hay por hacer salvo rezar de vez en cuando -esto lo digo yo-.
"Polvo eres y en polvo te convertirás." ¿O era arena? Ahora sigue cavando pozos y llamando al agua milagro que se cuela entre la . . . . .
Me ha dao por ahí, por subrayar una evidencia. Hiroshi Teshigahara fue bastante más sutil.
Él firmó casi una obra maestra.
Avisado esto, la peli es también indudablemente interesante. Primero porque visualmente quita el habla y el "sentío", y lo hace ¡con arena! Menudo juego da la puñetera... me ha traído a la mente las construcciones mastodónticas que algunos cracks montan en las playas con un cubo y una pala mientras tú no pasas del cutre-castillo-con-ventana que aplastar luego con saña. Ahí es donde se ve el talento de verdad, y los japos lo tienen a espuertas, si por cuestiones de nacimiento o por simple cabezonería es otra cuestión. Y aquí es donde saco a colación el segundo punto de interés, que hace de la obra algo digno de verse: ¿en Japón hay desiertos? ¿de dónde coño han salido? Me juego el cuello a que los muy cabezones allá que fueron, a la orilla del mar con el cubo y con la pala a montárselo ellos mismos.
Coñas aparte, no era eso lo que yo venía a decir, pero así completo caracteres. Decía que la obra que nos ocupa es muy interesante por el variado y siempre lúcido calado reflexivo que demuestra. A saber: la fragilidad y maleabilidad del individuo (como la arena); la insatisfacción galopante por bandera (granos de arena al viento); la inutilidad de los esquemas y monedas (¿recoges arena para vivir o vives recogiendo ésta?); lo fútil y baladí de los propósitos o las ansias por alcanzar la trascendencia (cuando todo es arena); el miedo a lo diferente, el hastío como aceptada (y arenosa) sumisión; lo vasto del mundo ante un mar de dudas en medio del desierto (con su arena); la certeza, en fin, de que hay cosas que siempre escaparán a nuestro control y poco hay por hacer salvo rezar de vez en cuando -esto lo digo yo-.
"Polvo eres y en polvo te convertirás." ¿O era arena? Ahora sigue cavando pozos y llamando al agua milagro que se cuela entre la . . . . .
Me ha dao por ahí, por subrayar una evidencia. Hiroshi Teshigahara fue bastante más sutil.
Él firmó casi una obra maestra.