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Voto de RAMON ROCEL:
8
8,2
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Intriga. Thriller
Tony Wendice (Ray Milland), un frío y calculador tenista retirado, planea asesinar a su bella y rica esposa (Grace Kelly) porque sospecha que le es infiel, pero sobre todo porque desea heredar su gran fortuna. Para llevar a cabo su plan, chantajea a un antiguo compañero de universidad y lo convence para que, en su ausencia, entre en la casa y mate a su mujer. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La princesa Grace Kelly, antes de que hiciera época en Mónaco. Fue la musa perfecta de Alfred Hitchcock. Ya le he visto a ella, en películas como “Mogambo” y “La ventana indiscreta” luciendo su porte aristocrático.
Aunque aquí tiene más bien una participación discreta, su presencia es indiscutiblemente necesaria a nuestra retina.
Hitchcock explora una vez más el lado oscuro del ser humano. Y nos mantiene expectantes, mientras avanza la película y la llamada mortal con M, se convierte en suspenso puro. Pero esto es solo parte del festín, ya que nos maravilla el hecho que una mente brillante, diabólica, perversa; esté a punto de convencernos de que el crimen perfecto si existe.
El brillo de unas tijeras en tercera dimensión al paso del tiempo, de los años, son un destello de un asesino maquiavélico, cuyo tecnicismo queda en segundo término, no así la inteligencia de un psicópata que reluce como un villano de antología, cuya sonrisa… es la presentación de Ray Milland.
Aunque aquí tiene más bien una participación discreta, su presencia es indiscutiblemente necesaria a nuestra retina.
Hitchcock explora una vez más el lado oscuro del ser humano. Y nos mantiene expectantes, mientras avanza la película y la llamada mortal con M, se convierte en suspenso puro. Pero esto es solo parte del festín, ya que nos maravilla el hecho que una mente brillante, diabólica, perversa; esté a punto de convencernos de que el crimen perfecto si existe.
El brillo de unas tijeras en tercera dimensión al paso del tiempo, de los años, son un destello de un asesino maquiavélico, cuyo tecnicismo queda en segundo término, no así la inteligencia de un psicópata que reluce como un villano de antología, cuya sonrisa… es la presentación de Ray Milland.