Alguna vez alguien me dijo que porque no regresaba a jugar billar, a pasar el tiempo, en lugar de estar perdiendo el tiempo en un trabajo en el que yo no tenía futuro. Porque era un mediocre. Al ver la película de Rossen, “The Hustler” me doy cuenta de cuanta soledad tiene el personaje de Paul Newman, “El Rápido” Nelson retratado extraordinariamente por Shuftan. Y su adicción al juego, más bien diría yo a la sensación de no ser un perdedor, de no sentirse un don nadie en la vida. Ahí en los sucios billares de New York, Eddie trata de sentirse adaptado a un submundo bañado por una música de Jazz de barriada. Bajo el sonido seco del choque de las bolas en el pul y la tiza cerca de sus oídos. Pero todo esto es solo una fuga, porque quiere olvidarse del sentimiento de derrota. A Eddie no le gusta perder, y el supuesto carácter de triunfador, pasó tan rápidamente como un relámpago por sus ojos zarcos, mientras el gordo Minnesota le veía con amargura. Al saber que ese “carácter” costó dos vidas… la de una chica, la de su rival y tal vez la suya misma.
Paul Newman ganará algo de lo perdido en “El color del dinero".