Nicolas Winding Refn consigue mediante un gran montaje (la postproducción), escenas llenas de lirismo, tensión, otras de paz, amor, arte en estado puro en definitiva.

La historia no es gran cosa, lo que engrandece a "Drive" es la realización. Lo lírico del discurso sin ser pedante. Asociar imágenes a ideas, diálogos del discurso con personajes y su devenir, conseguir dejar grabada una escena en la mente por estar tan bien resuelta... no es nada sencillo.

Tras una introducción exquisita, con una primera escena que podría ser un cortometraje independiente, con un discurso simplemente excepcional, ya nos avisa que lo que vamos a presenciar está por encima de la media actual en el campo audiovisual.

El director danés, consigue enamorar con una música extradiegética bien situada, sorprender con un plano del que sale a foco un segundo objeto, jugando con el espacio y el espectador, meternos en tensión con un silencio súbito donde el "tictac" de un reloj pasa a ser el sonido primario... armas que muchos directores están empezando a obviar y que, sin embargo, son mágicas, desarrollan la percepción del espectador, y, lo mejor de todo, generan emociones.

El arte al servicio de la narrativa. Si la historia hubiera tenido más trama, más chicha, estaríamos ante una de las mejores películas de la historia. Aún así, será de culto porque ofrece cosas que la mayoría no: un discurso audiovisual excelente.