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Voto de Mike Wazowski:
8
Aventuras. Acción. Drama En Islandia, en pleno siglo X, un príncipe nórdico (Skarsgard) busca vengar a toda costa la muerte de su padre. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2022
42 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Northman es una gesta heroica, de una proporción y ambición sin igual. Es una tragedia literaria condensada en 130 minutos de cine épico. Créanme cuando les digo que no estaba preparado para una experiencia así. Recomiendo ir sin saber poco o nada de la trama, yo lo he agradecido. Una vez avisados, vayamos con la crítica.

En su tercer largometraje (sí, sólo tres películas, pero qué tres) Eggers aparca su reputada identidad de autor, así como su inclinación por el género del terror/horror (folclórico, -The Witch-, 2015, y psicológico, -The Lighthouse-, 2019) para, y ahora sí, 90 millones de dólares mediante, construir una epopeya mítica, que tiene lugar en los confines dónde se forjan las leyendas, bajo el acero y la sangre. Francamente, me ha resultado fascinante el punto de partida de la cinta: mostrar la odisea homérica de Amleth, su protagonista, desde la gestación, pasando por las distintas pruebas, hasta llegar, exhaustos, al filo de un clímax vital. Es una premisa de largo recorrido narrativo (abarca la existencia casi total de un personaje), que en manos inexpertas habría resultado en un caos estructural lleno de nudos en una trama que se extendería hasta el tedio y la autocomplacencia. No es el caso. The Northman tiene ritmo, posee vigor y fuerza, una energía cinética que hacen del viaje toda una vivencia. Vamos, que dura 2h y 15 y no he mirado al reloj ni una sola vez. Inmersión absoluta. Aunque huelga decir que mi experiencia ha sido, a pesar del resultado, extraña. Acudí al cine con ganas, sí, pero también con algo de escepticismo. ¿Podría Eggers sobrevivir a las exigencias comerciales de un estudio como Universal? ¿Qué obra quedaría después de tanto desembolso? Os seré sincero, no vengáis en busca de la nueva “La bruja”, y por supuesto podéis olvidaros de “el Faro”. The Northman marca su propio camino. Es algo distinto, pero familiar. Algunos incluso la disfrutaréis más, ya que es sin duda la más accesible de las tres. Si en The Witch y The Lighthouse Eggers se comunica mediante planos fijos, extrayendo la información y la descripciones de la propia composición y haciendo que el fondo, con su carga expresiva y profundo sentido simbólico, transfiera su prevalencia a la forma (eliminando cualquier posible rasgo expositivo), aquí libera la cámara de dicha rigidez. La dirección es continua. Las tomas se realizan en su mayoría mediante travellings que aportan mayor dinamismo a las secuencias de acción. Así con todo, la película pierde parte de su densidad y sutileza temática (que no belleza estética) pero gana en impulso narrativo y continuidad, algo necesario debido a la longitud de la cinta y la duración de la propia trama (varios años).

Además, este cambio de rumbo en la dirección tiene bastante que ver con el guión. Viviremos una sangrienta historia de venganza con una ambientación medieval, y serán los hilos del hado quienes guíen el fatídico sino de nuestro héroe. Por tanto, el movimiento casi constante de la cámara refuerza esta presencia de inevitabilidad (“todo está escrito, y el destino es inalterable”). La naturaleza determinista de la historia tiene también mucho que ver con el punto de vista (la película guarda semejanzas con las narraciones más clásicas/renacentistas -parábolas, leyendas-, de autores como William Shakespeare, con su Hamlet, u obras trágicas de la Antigua Grecia), y apunta hacia la búsqueda de un tono realista (diálogos, diseño de producción) tanto que por momentos consigue que te creas lo que estás viendo, aún a pesar de contar con ciertos elementos sobrenaturales (las deidades tienen un protagonismo constante, ya sea a través de la naturaleza, el clima o la BSO). Por otro lado, su diseño episódico me hizo rememorar el reciente film el Caballero Verde (David Lowery, 2021), lo físico de sus coreografías y la profundidad de su mundo son herederas de George R.R. Martin y Robert E. Howard (Conan el Bárbaro), y muchos incluso verán en sus retóricas composiciones ecos del Gladiator de Ridley Scott, con Amleth siendo el nuevo Máximo Décimo. Pero una cosa es la copia, y otra la influencia. Con la primera opción la película no pasaría de un simple homenaje, mientras que la segunda alternativa nos permite disfrutar de una nueva y original historia al mismo tiempo que los cánones y convenciones del género contribuyen a su rápida familiaridad.

Robert Eggers continúa aquí su análisis formal y temático sobre la influencia de las leyendas, los mitos y las historias en la propia narrativa literaria, desde Aristóteles hasta Shakespeare. Ahonda en la construcción de un inconsciente colectivo, con sus propios arquetipos jungianos, y se adentra en el origen, en el germen de las tradiciones culturales de cada pueblo, sociedad y tribu (en este caso del folclore y paganismo nórdico). Si buscas al Eggers de La Bruja y el Faro lo encontrarás precisamente aquí. The Witch tenía su propio pandemonium: aquelarres, brujas siniestras y cabríos demoníacos. El Faro (su mejor obra) unía las leyendas del mar (sirenas, tritones, leviatanes) con Edgar Allan Poe, Herman Melville y E.T.A Hoffman. Pues bien, en The Northman tenemos a Odín, Freya, las Valkirias, o las nornas del destino (habrá quien saque algún que otro parecido con las brujas de la profecía de Macbeth), y tomando la forma de símbolos naturales (lobos, cuervos) interactúan de forma constante aunque inefable con el protagonista (un Alexander Skarsgård desatado).

Con todo lo dicho, que no es poco (y eso que me dejo muchas más cosas), YO no me salgo del barco de Robert Eggers. Lejos del sello A24 el director ha vuelto a hacer gala de su desbordante y fecunda creatividad, un ingenio artístico que ni 90 millones de dólares ni cientos de detractores son capaces de enterrar. The Northman es la película que reivindica la idiosincrasia de un estilo único, la nueva ¿obra maestra? (probablemente no llegue a tanto, aunque notable es un rato) del que es a día de hoy uno de los artistas más trascendentes de su generación.
Mike Wazowski
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