El cabrón del príncipe Eduardo la cagó, eso es cierto. De ahí su famosa frase citada por el filósofo Herber Spencer: "¡Dios mío, me he tirado a la criada!" que aparece en sus Memorias de 1889.
Holmes ha calibrado la vertiente Real con Anie, la criada, pero ha dejado abandonada la otra, la histórica. Anduvo todo el rato muy espeso, cosa rara, tal vez por culpa de los revolucionarios y de los masones, pero una cosa son los asuntitos de faldas de Eddy y otra cosa son las putitas destripadas. El tema es muy intrincado, lo sé. Y además, le han dado para el pelo. Este hecho podría esgrimirse para atacar esta versión pues en sus novelas jamás yerra el tiro, en todo caso al principio pero en esos casos siempre rectifica y triunfa.

¿A que molan mucho esas calles estrechas en la noche, llenas de niebla y ver como se acerca el asesino a toda velocidad a las putas indefensas? Yo lo vivo...
Pero lástima que ni Holmes, ni su fiel perrito Watson, ni Lestrade no hayan profundizado más en el detalle de las uvas.

¡Las uvas! Se despistan porque el asesino es muy fino con el bisturí y le gusta separar los órganos y ponerlos en orden… Pero las uvas son la clave, mira que está claro…
El asesino tiene que ser el frutero del barrio, el proveedor de la Casa Real, el famoso Jack. El médico y el conductor se encargan del tema de Eddy a su modo, pero el frutero es el que se carga a las putas por diversión. Las ofrece uvas para atraerlas y engatusarlas…

La fruta es el negocio. Es un negocio familiar: lo heredó y lo dejará en herencia a su hijo. Supongo que pasará a sus nietos hasta que un día llegue el bendito Rusk que proseguirá con la afición. A lo mejor a Rusk no le da por destriparlas… Tal vez prefiera estrangularlas con Frenesí y con la corbata, por ejemplo, pero eso es igual, el caso es que la tradición no se pierda.
Bueno, ahora me tienen que perdonar… Buenas noches.