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Thriller. Acción
Trata de la fuga carcelaria de medio centenar de reos de la Cárcel Pública de Santiago, planeada y perpetrada por 24 presos que cavaron un túnel de más de 80 metros de largo, escondiendo 55 toneladas de tierra dentro del penal, lo que les tomó más de un año de construcción, utilizando sólo un destornillador. Ni los presos comunes de las celdas cercanas, ni los gendarmes que los vigilaban a diario descubrieron el plan que llevaría a 49 ... [+]
3 de junio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película chilena “Pacto de Fuga” puede enfocarse desde dos perspectivas:
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.
Aunque entrega un claro contexto histórico-político, no es una cinta política en sentido estricto. No hay elaborados discursos ideológicos ni debates entre los personajes acerca del modelo de país post-dictadura. A lo más, cruces de opinión y algunas recriminaciones por fracasos políticos previos.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario. Y bien que así sea.
En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”.
Contextualizaremos la época (magníficamente recreada) en que se sitúa la película, para su mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
Se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos esperando condenas a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el mayor escape y de los más impactantes en la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y expuestos a ser descubiertos en cualquier momento, durante año y medio de ardua labor. En el más completo hermetismo, construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto político-institucional" en las semanas finales de la Dictadura de Augusto Pinochet.
La película es muy entretenida, buen pulso narrativo, ritmo y montaje rápido, está llena de detalles significativos y algunas imágenes metafóricas con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Tiene lo habitual en cintas del género. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres semi-desnudas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas de parientes, prácticas deportivas y recreativas dentro del recinto y hasta un soplón entre los reos políticos.
Todo con mucho suspenso y adrenalina, y por momentos, con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y así ocurrió en la realidad.
No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, acción intensa, adecuada dosis de emoción y una tensión permanente. Poco o nada que envidiarle a productos similares del género. Albala se atrevió y lo consiguió, bien secundado por correctas interpretaciones, todos muy empapados de sus respectivos roles, tanto los protagonistas presidiarios, sus parejas y el apoyo externo, como gendarmes y autoridades del régimen.
¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de algunas escenas. Sí, pero ese recurso otorga dinámica y emoción. Y en ciertos momentos, también entrega una adecuada ralentización de las acciones, ante tanta rapidez de los hechos. Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros, y otros, muy a tono con el ambiente y la simbología de la ultra izquierda. También destaca la canción central, de Ana Tijoux, especialmente compuesta para esta película.
¿Que tiene ciertas influencias de grandes películas del tema carcelario? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Algo de “El gran escape” (1963), muy poco de “Papillón” (1973), algo de “Fuga de Alcatraz” (1979), un poco de “Sueño de fuga” (o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, en el cierre, con los escapados en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de medianoche” (1978) y su escena final.
Esta cinta bebe de varias fuentes.
¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel, obviamente, produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que "El hombre de Alcatraz" (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962) o “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de Jacques Becker, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores, las visitas, los patios, las pichangas de fútbol, pasillos con luz de día, imágenes de afuera, en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel.
¿Cuestionamientos? Cierto uso de cámara nerviosa, casi no hay pausa para la reflexión, el abuso de primeros planos, y, a veces, se entiende poco lo que dicen los personajes. Éstos no son presentados directamente en el comienzo, sólo aparecen en pantalla.
El director elige, tal vez acertadamente, no ocupar tiempo en prolegómenos y el plan de fuga comienza de inmediato. Más adelante empiezan a perfilarse mejor los protagonistas y se van comprendiendo sus problemáticas y conflictos personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor definidos a esas alturas del relato, vamos conociendo sus dramas familiares y también a personajes del exterior, fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de 1988 dio la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (en 1989).
En suma, interesante película del género, en código hollywoodense actual, que refresca el ambiente del cine chileno, poco o nada habituado a apuestas riesgosas como ésta,
Sigo en spoiler (por exceso de caracteres)
1) Enfoque político-ideológico.
2) Enfoque puramente cinematográfico.
Aunque entrega un claro contexto histórico-político, no es una cinta política en sentido estricto. No hay elaborados discursos ideológicos ni debates entre los personajes acerca del modelo de país post-dictadura. A lo más, cruces de opinión y algunas recriminaciones por fracasos políticos previos.
No va por ese camino, sino por el de la entretención dentro del género carcelario. Y bien que así sea.
En ese sentido, la película de David Albala cumple con creces. El mismo director lo dijo: “Quiero una película de acción, suspenso, entretención”.
Contextualizaremos la época (magníficamente recreada) en que se sitúa la película, para su mejor comprensión, especialmente del espectador no chileno.
Se basa libremente en un hecho real, ocurrido en enero de 1990. La fuga de 49 presos políticos, varios de ellos esperando condenas a muerte o perpetua, de la Cárcel Pública de Santiago de Chile, en lo que constituye el mayor escape y de los más impactantes en la historia carcelaria del país.
El plan fue ejecutado por 24 prisioneros políticos que trabajaron con enorme esfuerzo y tesón, bajo condiciones agobiantes y expuestos a ser descubiertos en cualquier momento, durante año y medio de ardua labor. En el más completo hermetismo, construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo. ¿Cómo se llegó a la cifra final de 49 fugados? (spoiler).
Esta huida masiva causó un “terremoto político-institucional" en las semanas finales de la Dictadura de Augusto Pinochet.
La película es muy entretenida, buen pulso narrativo, ritmo y montaje rápido, está llena de detalles significativos y algunas imágenes metafóricas con cierto halo poético. Logra captar desde el inicio la atención del espectador y meterlo en la trama. Tiene lo habitual en cintas del género. Códigos de comunicación de los protagonistas, estrategias para no ser descubiertos, posters de mujeres semi-desnudas para cubrir espacios intervenidos, hurto de elementos necesarios, o adquisición de ellos mediante estratagemas, inspecciones-sorpresa, castigos de aislamiento, visitas de parientes, prácticas deportivas y recreativas dentro del recinto y hasta un soplón entre los reos políticos.
Todo con mucho suspenso y adrenalina, y por momentos, con un ritmo vertiginoso. Y no podía faltar el temblor, hay que ubicarse, estamos en un país sísmico y esos fenómenos telúricos son muy habituales. Y así ocurrió en la realidad.
No estamos acostumbrados a que se produzca en Chile un cine de este tipo, de espectáculo puro y duro, acción intensa, adecuada dosis de emoción y una tensión permanente. Poco o nada que envidiarle a productos similares del género. Albala se atrevió y lo consiguió, bien secundado por correctas interpretaciones, todos muy empapados de sus respectivos roles, tanto los protagonistas presidiarios, sus parejas y el apoyo externo, como gendarmes y autoridades del régimen.
¿La musicalización? Estupenda. Se ha criticado por ahí el formato de video clip de algunas escenas. Sí, pero ese recurso otorga dinámica y emoción. Y en ciertos momentos, también entrega una adecuada ralentización de las acciones, ante tanta rapidez de los hechos. Escuchamos temas musicales de Víctor Jara, Sol y Lluvia, Los Prisioneros, y otros, muy a tono con el ambiente y la simbología de la ultra izquierda. También destaca la canción central, de Ana Tijoux, especialmente compuesta para esta película.
¿Que tiene ciertas influencias de grandes películas del tema carcelario? Por supuesto y qué director no las tiene, con mayor razón si es su primera obra.
Algo de “El gran escape” (1963), muy poco de “Papillón” (1973), algo de “Fuga de Alcatraz” (1979), un poco de “Sueño de fuga” (o Cadena perpetua 1994). Algo también de “La evasión” (Le Trou, 1960). Incluso, en el cierre, con los escapados en la micro, se cruzan con un carro de la policía y bajan la cabeza, reminiscencia de “Expreso de medianoche” (1978) y su escena final.
Esta cinta bebe de varias fuentes.
¿Que es una película claustrofóbica como se ha dicho por ahí? No lo creo. El túnel, obviamente, produce dicho efecto psicológico y físico, pero como película en general, no es más claustrofóbica que varias otras del tema. Y mucho menos que "El hombre de Alcatraz" (el ornitólogo, con Burt Lancaster, 1962) o “La evasión”, esa inmensa cinta francesa de Jacques Becker, que transcurre en su totalidad en espacios interiores.
“Pacto de Fuga” muestra bastantes escenas en exteriores, las visitas, los patios, las pichangas de fútbol, pasillos con luz de día, imágenes de afuera, en iglesias, conversaciones de las redes de apoyo externo, etc.
No todo es el túnel.
¿Cuestionamientos? Cierto uso de cámara nerviosa, casi no hay pausa para la reflexión, el abuso de primeros planos, y, a veces, se entiende poco lo que dicen los personajes. Éstos no son presentados directamente en el comienzo, sólo aparecen en pantalla.
El director elige, tal vez acertadamente, no ocupar tiempo en prolegómenos y el plan de fuga comienza de inmediato. Más adelante empiezan a perfilarse mejor los protagonistas y se van comprendiendo sus problemáticas y conflictos personales. Y después de la noticia del triunfo del No en el Plebiscito, la acción se acelera y el suspenso se incrementa. Los personajes ya están mejor definidos a esas alturas del relato, vamos conociendo sus dramas familiares y también a personajes del exterior, fundamentales en el éxito del plan.
Dato para los no chilenos: Plebiscito de 1988 dio la victoria a la opción NO, a la continuidad de Pinochet en el poder y abrió la puerta a elecciones libres (en 1989).
En suma, interesante película del género, en código hollywoodense actual, que refresca el ambiente del cine chileno, poco o nada habituado a apuestas riesgosas como ésta,
Sigo en spoiler (por exceso de caracteres)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Fue real que los 24 reos elaboraron sus propios códigos de comunicación interna para evitar ser descubiertos y construyeron un estrecho túnel de unos 60 metros de largo, valiéndose de utensilios domésticos y otras herramientas muy básicas, como destornilladores, cucharas, cuchillos, tenedores, punzones, cualquier cosa que sirviera para raspar y cavar, ollas pequeñas para la tierra, etc. Además, implementaron ingeniosos sistemas de iluminación y de ventilación mediante el uso de botellas plásticas y un motorcito, y carritos sobre rieles de madera para transportar la tierra y piedras.
Pero en la película se muestra que la ventilación se ayudó con bolsas plásticas (incluso la abogada de DDHH hace su aporte), en lugar de botellas Y los escombros se almacenan primero en bolsas de basura y después en especies de sacos confeccionados con tela de jeans. No aparece el trencito y los rieles. Esto último, sí fue influencia directa de "El gran escape", para los fugados en la vida real, como ellos lo declararon después.
No era un plan simple: debían cavar un túnel a siete metros de profundidad, desde las galerías destinadas a los presos políticos, en el centro de la cárcel, hasta el patio trasero de la Estación Mapocho, cruzando el ducto del Metro. Uno de los problemas principales fue dónde depositar la tierra y escombros del túnel. Hallaron un lugar: en el entretecho de la cárcel.
Al final, también se escaparon espontáneamente otros 25 reos políticos, quienes descubren el forado casi por casualidad, ya que el túnel lo dejaron abierto los del grupo principal, con esa intención, completando la cifra final de 49 fugados. Así ocurrió en la realidad.
Lo del lisiado en silla de ruedas informando a sus compañeros de la existencia del túnel, es ficción de la película, como también la pelea entre el soplón y uno de los reos políticos más jóvenes, quien, pese a trabajar arduamente en la construcción el túnel, finalmente se queda afuera, debido a sus heridas producidas por dicha pelea, en la cual, en todo caso, él sale vencedor.
Una última consideración: En el afiche oficial de la película se destaca a Benjamín Vicuña por sobre el resto de protagonistas, induciendo a posible confusión. Se entiende que es por motivos de marketing. En realidad, son varios los protagónicos, algunos de ellos/as, muy destacado/as en sus roles. Por ejemplo, sólida labor de Roberto Farías, que compone un personaje (Jiménez) entregado a la causa, con liderazgo y sarcástico con los gendarmes y autoridades, lo que despierta la complicidad del espectador.
Y reitero: es loable que entre viento fresco en el ambiente cinematográfico chileno, tan dado a un cine más intimista y de temáticas emergentes.
Pero en la película se muestra que la ventilación se ayudó con bolsas plásticas (incluso la abogada de DDHH hace su aporte), en lugar de botellas Y los escombros se almacenan primero en bolsas de basura y después en especies de sacos confeccionados con tela de jeans. No aparece el trencito y los rieles. Esto último, sí fue influencia directa de "El gran escape", para los fugados en la vida real, como ellos lo declararon después.
No era un plan simple: debían cavar un túnel a siete metros de profundidad, desde las galerías destinadas a los presos políticos, en el centro de la cárcel, hasta el patio trasero de la Estación Mapocho, cruzando el ducto del Metro. Uno de los problemas principales fue dónde depositar la tierra y escombros del túnel. Hallaron un lugar: en el entretecho de la cárcel.
Al final, también se escaparon espontáneamente otros 25 reos políticos, quienes descubren el forado casi por casualidad, ya que el túnel lo dejaron abierto los del grupo principal, con esa intención, completando la cifra final de 49 fugados. Así ocurrió en la realidad.
Lo del lisiado en silla de ruedas informando a sus compañeros de la existencia del túnel, es ficción de la película, como también la pelea entre el soplón y uno de los reos políticos más jóvenes, quien, pese a trabajar arduamente en la construcción el túnel, finalmente se queda afuera, debido a sus heridas producidas por dicha pelea, en la cual, en todo caso, él sale vencedor.
Una última consideración: En el afiche oficial de la película se destaca a Benjamín Vicuña por sobre el resto de protagonistas, induciendo a posible confusión. Se entiende que es por motivos de marketing. En realidad, son varios los protagónicos, algunos de ellos/as, muy destacado/as en sus roles. Por ejemplo, sólida labor de Roberto Farías, que compone un personaje (Jiménez) entregado a la causa, con liderazgo y sarcástico con los gendarmes y autoridades, lo que despierta la complicidad del espectador.
Y reitero: es loable que entre viento fresco en el ambiente cinematográfico chileno, tan dado a un cine más intimista y de temáticas emergentes.