Me apetecía esta noche ver una de esas películas típicas del transcurso de la vida en Nueva York, con sus enredos en calles y avenidas anchas, su multicultural gente, taxis amarillos, gentes con prisas, su metro y los bares pintorescos. Pensé enseguida en los muy buenos filmes de Woody Allen pero, como estoy un poco espeso y algunos diálogos del genial director y, algo menos aplaudido actor, empecé buscando una que se saliera de los cañones establecidos de Allen.

Y, me encontré con esta grata sorpresa de film francés rodado en la Gran Manzana.

Al principio, su inicio no parece prometer tantos buenos momentos de humor, enredos amorosos y, lucha por la supervivencia en un nuevo país. Pero su desarrollo es fantástico, conforme más se enreda, más divierte y conmueve a la vez.

Qué puede fallar en una película en la que... (sigue en spolier)