Preciosa película del director australiano Scott Hicks que adapta con brío el guionista William Goldman a partir de una excelente novela de Stephen King. En realidad no es una novela al uso sino un libro compuesto por varios relatos cortos y, a diferencia de la mayoría de las obras de King, enmarcados en el género dramático, eso sí, con algunos toques fantásticos o sobrenaturales marca de la casa.
El relato que da origen a este film se titula “ Hampones de chaquetas amarillas” y forma parte del libro titulado “Corazones en Atlántida”, finalmente el título por el que ha optado Warner para la película.
La historia se desarrolla en la idílica Norteamérica de principios de la década de los 60, donde se nos muestra las aventuras y peripecias de un niño de 11 años (Bobby Garfield) y la peculiar relación que establece con un misterioso inquilino recién llegado al apartamento de arriba (Ted Brautigan). Está claro que no se trata de una película para todos los paladares, pues su ritmo es mas bien parco y la historia avanza a cuentagotas. Sin embargo posee un encanto especial que le otorga brillantez, ya que es una historia de personajes y a ellos se debe la trama. Conceptos como la amistad, la responsabilidad, el primer amor, el descubrimiento de la lectura como vehículo de satisfacción etc son expuestos con bastante acierto dejando al espectador en un pozo de nostalgia y con un buen sabor de boca al terminar la proyección.
Estimable montaje y puesta en escena, combinando diferentes escenas que hacen que la historia mantenga ese toque fantástico-sobrenatural de forma convincente.
Buena interpretación de Anthony Hopkins, aquí más comedido y sobrio que en sus últimos trabajos donde el histrionismo limitaba la credibilidad de sus personajes.