Es difícil aguantar hasta que acaba la película. Una tragedia familiar (como dice el resumen), acaba en un viaje hacia lo religioso, en lo que no falta los tópicos de qué bonito es el amor a Dios, que bonito es el perdón y por supuesto una vida sin dolor es imposible y hay que aprender a vivir con él; lo podría firmar Teresa de Calcuta. Intuyo que el final trata de ser lagrimógeno, pero no hace más que seguir hundiendose en el fango. Se hace pesada y lenta, En algún momento me ha recordado a "Más allá de los sueños" protagonizada por Robin Wilians, tampoco consigue llegarle a la altura del betún. Si todo lo que sucede hubiera sido producto del consumo de sustancias psicotrópicas, quizás sería todo un poco más creible y se podría haber reducido tiempo de duración y así la tortura de verla durante más de dos horas.