Anunciada a bombo y platillo, no responde a las expectativas que la publicidad había generado. Además lo de que está basada en hechos reales es bastante discutible. Por decir algo que no sea relevante en la trama: la calle Manuela Malasaña donde se supone que se lleva a cabo la acción acaba en el número 30, eso es lo más cercano a la realidad.

Dejando de un lado la falsa publicidad, pertenece a ese tipo de películas en las que la casa está poseída. Es difícil hacer algo brillante en este marco, tipo Insidious o Expediente Warren, pero ésta película española supera a muchos bodrios americanos, aunque tiene muchas lagunas.

Está llena de tópicos de su género: una vieja mecedora, la familia que se traslada se ha gastado todos sus ahorros en la casa y no se pueden ir a otro sitio, los espejos en los que tarde o temprano va a haber un aparición, un objeto que se desliza infinitamente por el suelo (la canica).

Sinopsis: Una familia en el año 1976 se traslada del pueblo a la ciudad, buscando las oportunidades que ofrecían para esas fechas las grandes ciudades. Pero algo ha ocurrido en el pasado en el piso que acaban de comprar.