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España España · Sevilla
Voto de Atlantis:
7
Comedia. Romance Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) son dos jóvenes norteamericanas que van a Barcelona a pasar unas vacaciones de verano. Vicky es sensible, racional y tiene intención de casarse; Cristina es apasionada y busca aventuras emocionantes; en realidad, no sabe muy bien lo que quiere, pero sabe perfectamente lo que no quiere. En Barcelona, ambas se ven envueltas en una relación poco convencional con Juan Antonio (Javier ... [+]
9 de noviembre de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de Woody Allen, el entorno condiciona el comportamiento y las actitudes de los personajes. Teniéndonos acostumbrados al psicoanálisis de la clase media neoyorquina y, en menor medida, al esnobismo londinense, es normal, hasta cierto punto, que se levantarán voces preguntándose en qué se había convertido su cine. A simple vista la película difiere en cuanto a estilo de casi todo lo anterior (aunque no tanto), pero es que el entorno lo requería, o más bien la visión de este entorno particular, el Mediterráneo, que Woody Allen guarda.

Bien es cierto que se trata de una visión romántica algo tópica y trasnochada, en la que la guitarra española casi provoca orgasmos a la estirada Vicky (Rebeca Hall) y que el arrebatador artista bohemio, Juan Antonio Gonzalo (Javier Bardem), consigue también lo propio casi con solo mirar a la soñadora Cristina (Scarlett Johansson). Pero pasando por alto estos detalles, meramente artísticos y circunstanciales, la película se adentra en los mismos tejidos ideológico-reflexivos por donde se pasea el cine de Woody Allen desde hace más de 30 años. Y lo hace con calidad, con mucha calidad.

La película nos habla de la insatisfacción en la pareja y el cambio radical -en este caso, traumático- como vía de escape, al igual que la experimentación, casi artística, en cuanto a las relaciones amorosas. El arte también se filtra en el entramado amoroso, la condición del artista que tanto gusta al director de representar, esta vez concretamente en la pintura y el arte contemporáneo.

Contada la historia a través de un narrador que realmente sobra, llevada a través de música de guitarra y una bella fotografía de Javier Aguirresarrobe, la historia se parte en dos y pasa de una comedia de enredo ligera a un verdadero drama pasional a través de una llamada de teléfono nocturna que despertará a Juan Antonio y a la película en general. En este momento toma protagonismo Penélope Cruz, que fue justamente reconocida y que compone a una María Elena que es pura pasión, arte en movimiento. Se lo cree y nos lo hace creer; parece que haya nacido para este papel. Sus duelos con Juan Antonio, mezclando castellano e inglés (indispensable ver la versión original, por supuesto), aparte de conservar esa chispa del diálogo incisivo y mutuamente crítico en el que Allen ya se inició con Manhattan, desprenden paradigmáticamente ese torrente de emociones exaltadas, esa visión con la que el director, y la mayoría de la sociedad anglosajona, ve a la cultura mediterránea. Y lo hace tan bien, que hasta los de aquí nos lo creemos. A ver si va a ser verdad...
Atlantis
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