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Estados Unidos Estados Unidos · Nueva York
Voto de Salvapantallas:
7
Drama. Comedia A principios de los años setenta, una época de gran agitación social con la encarnizada lucha por los derechos civiles como telón de fondo, Ron Stallworth se convierte en el primer agente negro del departamento de policía de Colorado Springs. Pero es recibido con escepticismo y hostilidad por los mandos y algunos de los agentes. Sin amedrentarse, decide seguir adelante y hacer algo por su comunidad llevando a cabo una misión muy ... [+]
29 de agosto de 2018
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ron Stallworth egresa de la escuela de policías y se le asigna un trabajo: ser el primer afroamericano en pertenecer a la policía de Colorado Springs. Difícil en 1970. Difícil porque en ese momento aún se está en el limbo de los que están de acuerdo con la igualdad y los que no tanto. Como ahora. Como hoy. Como todos los días.

Ron es al mismo tiempo tres personas. Para el grupo de activistas en favor de la igualdad, es un aliado más. Para los policías, es el nuevo negro del equipo (y hay que hostigarlo). Para los miembros neonazis del Ku Kux Klan de Colorado Springs, también es un nuevo y valioso miembro del equipo. ¿Cómo lo logra? Pues, lee el periódico, encuentra un anuncio del KKK, llama y decide infiltrarse en el clan más racista de Norteamérica para descubrir sus planes de matar más negros.

Pero, él es negro y no puede infiltrarse. Sí lo hará un compañero blanco, al que ya nadie distingue como judío (porque es blanco "como todos los dueños de Hollywood"), salvo algunos verdaderos y más radicales miembros de clan. Es así como dos policías super inteligentes, uno negro y otro judío, empiezan una investigación anti-racistas.

Spike Lee lo propone todo en clave sátira, donde la mayoría de los personajes son unos grandes imbéciles, donde la suerte de los héroes es eso, pura suerte, y la desdicha de los malos es una paradoja. El único para tomar en serio es Ron quien está convencido que los del clan darán un golpe pronto, motivado al enamorarse de la líder de un movimiento pro-derechos-negros.

BlacKkKlansman es un film divertido y provocador, con un ritmo narrativo acelerado entre la comedia negra y la estupidez, sin que esto suponga perder de vista la crítica social que está detrás. La cual es muy simple: dejémonos de ser racistas. Dejémonos ya de una vez esa absurdo segregacionismo detrás.

En las dos horas de película, Lee intenta ir más allá de su propaganda. La historia convence sin desmayar, por más que ha sido mil veces contada, y la búsqueda policíaca funciona. Los personajes tienen un trasfondo importante: está, además del negro y el judío, el policía blanco que abusa del poder porque no conoce otra forma de vida, la joven e impetuosa activista negra segada por su lucha, o el líder neonazi que se oculta detrás de un hombre pacifista y abierto al diálogo, pero esconde un mensaje enteramente racista (hi, Donald).

Está bien rodada, es una gozada y es resultona. Es un film con gran estilo, de un director que demuestra una sana madurez ya muchos años después de la maravillosa 25th Hour. Y lo más importante es que su película está abanderada de la verdad. Pero debo ser coherente en un punto: estoy en contra de las películas propagandistas al extremo. Resulta una falta de respeto al público que no se le permita pensar con su propio criterio, y que se le imponga creer que el mundo es como al realizador le parece.

Todo bien recapitular como parte de la historia de la película a The Birth of the Nation o el horrorífico caso de Jesse Washington contado por Harry Belafonte. Pero ya son excesos molestos cómo han sido utilizadas las imágenes de archivo de Donald Trump y David Duke en las más recientes protestas y atentados neonazis, en un intento de hacer guerra de guerrillas, que declara de la manera más convencional el inminente riesgo que es el presidente de Estados Unidos para que el racismo vuelva con fuerza.

Spike Lee se dedica a agitar la bandera, sin la más mínima complejidad en su mensaje de cierre. Eso impide reflexionar: es solo un impacto que pasa sin dejar huella. Es ponerse palmo a palmo con el otro bando, que agita la bandera de Norteamérica blanca sin la menor profundidad. Como en esas películas donde los árabes son siempre terroristas, los negros son siempre los delincuentes y los latinos solo sabemos vender droga. Hay que trascender con argumentos incuestionables que remuevan incluso al espectador más propenso a continuar la terrible estirpe del racista.
Salvapantallas
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