Enésima comedia familiar típica americana familia súper chachi guay de adolescentes que tienen unos problemas gordísimos de primer mundo como que viven en casas gigantes con todos los caprichos que desean y que se resuelven de la forma más chupi chachi guay posible en un super chachi festival de música con su estrella favorita super enrrollada que fuera de EEUU no saben quién coñ... es o con una super fiesta chachi guay con acampada en el jardín incluida.

Es lo mismo que se llevan haciendo los americanos cuando parece que les sobra el dinero para contratar supuestos actores de prestigio y les da pereza escribir un guion, lo que pasa que aquí ni innova, ni las actuaciones de los supuestos actores de prestigio son buenas, ni hay moraleja ni mensaje, ni nada.

Jennifer Garner tiene un papelón aquí de hacer de super madre enrrollada pero super preocupada por sus hijos, y Jenna Ortega de adolescente confusa que quiere ir de super responsable pero no es más que una niña todavía. Pusieron el piloto automático y, sin dudarlo, las escenas las rodarían a la primera, dejando la película grabada en una tarde. He visto piedras con mejor desarrollo de personaje.

Como suele suceder casi siempre, no sé cómo lo consiguen, pero el niño mediano consigue darte hasta asco, y la niña pequeña te obligan a que te caiga bien y te haga gracia, pero básicamente es como Grogu en la última temporada de Mandalorian: no pinta nada y solo está para poner su carita y que te derritas de amor.

En resumen, la misma película vista mil veces, hecha de manera desganada, para completar el catálogo de Netflix y que la vean mis sobrinos por despiste (como fue mi caso para terminar tragándome esto).