Tengo que reconocer que durante los primeros minutos tuve ganas de dejar de verla, era un lío sin sentido. Pero poco a poco va cogiendo forma y fuerza, gracias a las interpretaciones de Tilda Swinton (Eva, la madre) y Ezra Miller (Kevin, el hijo). Ella es una mujer de cuarenta años que decide ser madre en su última oportunidad para serlo y el es un niño con problemas (no quiere hablar, sigue con pañales durante mucho tiempo y vive en constante reto con su madre). Buenas interpretaciones por parte de ambos, se palpa la lucha psicológica mutua y el amor-odio que se sienten desde que Kevin nace. Parece que Eva era feliz antes de ser madre y no desarrolla el instinto maternal de la forma en la que la mayoría de mujeres lo hacen. En cuanto a fotografía se transmite muy bien la violencia y angustia que siente la madre (abuso de color rojo). Se puede ver el sentimiento de culpa y de incomprensión por parte del padre hacia el personaje de Eva, que no la ayuda en ningún momento. La hermana pequeña, manipulada y sometida por su hermano es reflejo de esperanza en la casa. Personalmente, el final me impactó bastante. No sabemos a quien tenemos al lado ¿o sí?. Es una película que te hace plantear mucho el hecho de ser madre.