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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
26 de febrero de 2008
34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una atmósfera bien conseguida y desangelada envuelve a un pueblecillo de la meseta castellana en los años 40, justo al comienzo de la posguerra. La árida y desnuda campiña azotada por los vientos, en su inabarcable sucesión de paisajes desolados cuyo límite es el lejano horizonte. El lento transcurrir de las jornadas en la aldea, donde la vida sigue su curso parsimonioso y resignado.
Olor a tierra seca y polvorienta, castigada por los vientos incesantes. Olor a ladrillos viejos, a humedad, a madera deslucida. El crujir de los pasos sobre las tablas del suelo. Rincones oscuros, con entidad propia, que hablan en silencio sobre silencios pasados, sobre espíritus borrosos. Ventanas con cristales que adoptan la forma de las celdillas hexagonales de una colmena. Canciones populares arrastradas por el aire y atrapadas al vuelo en las notas de una flauta triste, en las teclas de un piano. Los ojos de Ana, inmensos, serios, infantiles y maduros a un tiempo.
Sensaciones que inundan suavemente los sentidos, el universo infantil recreado a través de miradas e imágenes sugerentes. Diálogos en un segundo plano, casi intrascendentes. El juego de los silencios elocuentes.
Y, sobre todo, las preguntas que una niña reflexiva se hace acerca de los límites entre la vida y la muerte, acerca de lo que hay más allá del universo conocido al que estamos habituados. Auténticas dudas y temores existenciales asaltan a esa pequeña que se gana por pleno derecho el respeto de un espectador que no la ve simplemente como a una criatura fantasiosa. Ana es la abanderada de ese vacío que también los niños experimentan. Cuando las explicaciones racionales no bastan, cuando la realidad se queda corta, Ana busca respuestas y afronta el miedo. Su temor y su fascinación, encarnados en ese monstruo de Frankenstein que ha visto en una película, es el detonante de su proceso de maduración, de su búsqueda de sí misma. El mito de la niña inocente que se ve cara a cara con el monstruo retoma en este drama una nueva forma.
A través de las lecciones cotidianas, la escuela, los paseos con su padre, los juegos con su hermana, los misterios de su casa insinuante, Ana se deja llevar por su mundo forjado a base de sensaciones, intuiciones sin palabras, pensamientos inarticulados que asoman a las ventanas de sus ojos sabios.
La meseta barrida por los lamentos y las heridas de una guerra recién concluida y sangrante. Una paz que respira la soledad dejada por los ausentes.
Suave e imaginativo drama en el que el costumbrismo y la fantasía se dan la mano sin estridencias. Casi sin guión, o un guión etéreo, creado a partir de retazos de recuerdo y emoción. Sin seguir la típica estructura de los relatos, porque aquí no hay principio ni hay final en un estricto sentido. Todo huele a algo reconocible, antiguo e incluso inquietante, todo aquello de lo que la infancia de cualquiera se nutre, sin menospreciar en absoluto el lado tenebroso de la niñez, en la que no todo es luz ni ingenua alegría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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