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Voto de Vivoleyendo:
9
7,8
25 128
Drama. Comedia
Judah y Clifford son dos hombres enfrentados a sendos dilemas morales de diferente gravedad. Cuando Judah, un reputado oftalmólogo, pretende poner fin a su relación extraconyugal, su amante lo amenaza con arruinar su vida contándoselo todo a su esposa; según su hermano Jack la única solución es asesinarla. Por su parte, Clifford es un director de documentales que se ve obligado a rodar una película sobre su cuñado, al que desprecia. (FILMAFFINITY) [+]
"Somos sólo nosotros, con nuestra capacidad para amar, lo que damos sentido al universo indiferente"
24 de enero de 2009
41 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody adoptó un tono más serio y trascendental que el que solía emplear, y buceó en la obra cumbre de Dostoievsky, "Crimen y castigo", para hacerle honor con esta tragicomedia que, sin abandonar el aire jocoso tan propio de su cine de aquellas temporadas, se adentra en zonas de profunda reflexión moral, ética, religiosa y existencial. El producto resultante es espléndido, imbuido del genio del cineasta, quien además de un consumado cómico y realizador de guiones humorísticos, también sabe, cuando se lo propone, ponerse verdaderamente serio. Y, cada vez que lo hace, llega a estremecer.
Si somos personas cargadas de dudas (¿y quién no las tiene?) sobre la existencia de Dios, sobre la presencia de algo más que un universo indiferente que evoluciona ignorando nuestras tribulaciones, sobre la moral y sobre la justicia humana y divina... Pues Woody nos las planta todas delante de la cara. Si nos encontramos en un momento sensible, es posible que "Delitos y faltas" resulte dura de digerir, más de lo que pueda aparentar, a pesar de la capa agridulce que trata de disimular un poco el amargor.
Una decisión en un momento dado, que se toma a la ligera y cuyas consecuencias no nos paramos a prever... Y todo lo que hemos logrado alcanzar se puede ir al diablo. Una situación que en un principio seduce y hasta es necesaria para huir de la cómoda rutina y crearse una sensación de viveza y de sentirse aventurero, o sencillamente porque proporciona placeres que no obtenemos de ordinario, puede dar un giro radical y lo que antes era una vía de escape se transmuta en una prisión.
Aquí entran en juego todos los fundamentos y cimientos del alma. La vía fácil o la vía difícil... Se elija la que se elija, habrá consecuencias y traumas, unas más asequibles, y otras terribles. ¿Qué escoger? ¿La vía difícil pero más soportable para la conciencia? ¿La vía fácil pero que condena a cadena perpetua?
"¿Cómo he podido llegar a esto?", se pregunta Judah, un hombre respetable y querido al que la suerte había sonreído... Hasta que se rompió.
Su dilema tiene el aplastante peso del universo concentrado en un sentimiento de culpa que duele como miles de úlceras.
A solas con su agobio. Con sus recuerdos infantiles sobre las firmes creencias de su padre, judío devoto, que le atormentan. Con su escepticismo, alimentado en su niñez por una tía nihilista.
Si no hay Dios, si no hay justicia divina, y la justicia humana es ineficaz... ¿Qué nos queda? ¿Volvernos monstruos amorales? ¿Dañar impunemente? Judah está a punto de explotar de la presión.
Si somos personas cargadas de dudas (¿y quién no las tiene?) sobre la existencia de Dios, sobre la presencia de algo más que un universo indiferente que evoluciona ignorando nuestras tribulaciones, sobre la moral y sobre la justicia humana y divina... Pues Woody nos las planta todas delante de la cara. Si nos encontramos en un momento sensible, es posible que "Delitos y faltas" resulte dura de digerir, más de lo que pueda aparentar, a pesar de la capa agridulce que trata de disimular un poco el amargor.
Una decisión en un momento dado, que se toma a la ligera y cuyas consecuencias no nos paramos a prever... Y todo lo que hemos logrado alcanzar se puede ir al diablo. Una situación que en un principio seduce y hasta es necesaria para huir de la cómoda rutina y crearse una sensación de viveza y de sentirse aventurero, o sencillamente porque proporciona placeres que no obtenemos de ordinario, puede dar un giro radical y lo que antes era una vía de escape se transmuta en una prisión.
Aquí entran en juego todos los fundamentos y cimientos del alma. La vía fácil o la vía difícil... Se elija la que se elija, habrá consecuencias y traumas, unas más asequibles, y otras terribles. ¿Qué escoger? ¿La vía difícil pero más soportable para la conciencia? ¿La vía fácil pero que condena a cadena perpetua?
"¿Cómo he podido llegar a esto?", se pregunta Judah, un hombre respetable y querido al que la suerte había sonreído... Hasta que se rompió.
Su dilema tiene el aplastante peso del universo concentrado en un sentimiento de culpa que duele como miles de úlceras.
A solas con su agobio. Con sus recuerdos infantiles sobre las firmes creencias de su padre, judío devoto, que le atormentan. Con su escepticismo, alimentado en su niñez por una tía nihilista.
Si no hay Dios, si no hay justicia divina, y la justicia humana es ineficaz... ¿Qué nos queda? ¿Volvernos monstruos amorales? ¿Dañar impunemente? Judah está a punto de explotar de la presión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por otro lado, la nota cómica la coloca Woody en su sempiterno papel de perdedor nato. Un hombrecillo vulgar y corriente, realizador de documentales y películas de autor, de escasa difusión y casi nulo éxito comercial. A la deriva en un matrimonio que fracasa, aguantando a un cuñado petulante y de mucho éxito televisivo al que odia, y desahogando sus ansias de comunicación con una sobrina de apenas doce años que lo adora. Divertido, soltando ese torrente inagotable de chascarrillos y bromas que es lo más destacable de su personalidad, manteniendo su desastroso tipo con humor. Sus deseos de amar y de ser amado. Su pena ante las oportunidades que se esfuman. Un Woody desacostumbradamente melancólico a ratos, que llega a lo conmovedor. Ese personajillo que parece tan insignificante, que se gana al espectador a golpe de chiste... Llega a tocar las fibras del corazón.
"Para ser felices, nos tenemos que agarrar a cosas menores", me ha comentado alguien en alguna ocasión.
Woody siempre enseñándonos el lado divertido de la mediocridad.
Pero también, a veces, el más duro de lo trascendental.
"Para ser felices, nos tenemos que agarrar a cosas menores", me ha comentado alguien en alguna ocasión.
Woody siempre enseñándonos el lado divertido de la mediocridad.
Pero también, a veces, el más duro de lo trascendental.