Pongamos por caso que una niña conoce a un tipo como el de la película. Se conocen. A la niña le pone lo malote que es con el resto del mundo (comprensiblemente, por supuesto) y él se engancha a la niña. Ésta se hace la estrecha incomprensiblemente y no quiere ir a más, pero el chico puede esperar porque detrás de su estampa de tipo duro se esconde un corazoncito incomprendido que no tiene culpa de sus terribles actos. En ningún caso al chico le atrae el reto de llevarse a la niña a la cama, el amor es así.

Más tarde, el chico le parte la cara a la niña, por cualquier motivo de peso, como una discusión en la que ella levanta la voz al nivel de él por ejemplo. En el juicio que se celebra en contra del chico enamorado (denunciado por la malvada madre que busca proteger a su hija), él sale absuelto por la declaración de la niña, a la que el amor que siente por su querido novio le hace imposible declarar en su contra, mintiendo por consiguiente al jurado.

La cosa sigue a este ritmo, la niña ha aceptado vivir así y un buen día se queda embarazada. Ahora ya no hay marcha atrás, o sí y la cosa vuelve a empezar al igual que en más o menos la mitad de este texto.

Nadie sabe como acabará la cosa, aunque mientras suenen canciones bonitas al son de los momentos eróticos de la relación, todo irá bien.

PD: Mario Casas hace un gran papel, de ahí mi punto.