Esta película ha dejado marcas indelebles sobre muchos, no sólo quienes nos consideramos cinéfilos de alma sino también en aquellos que sólo ven al cine como una buena salida para el entretenimiento y la dispersión.
Este filme es la comedia de ficción por excelencia de aquellos años ochenta, la cual nos deslumbró con algunos de sus apartados técnicos tales como sus efectos visuales y sonoros que verdaderamente nos marcaron a fuego.
Hoy día siento que esta película no ha envejecido ni una pizca y se conserva como una alternativa más que potable para pasar un rato ameno gracias a muchas aventuras-desventuras llenas de dramatismo, humor e intensidad mayúscula; además qué decir de su frenética música que posee un pegadizo tema central acompañando todo el tiempo a la dinámica y vertiginosa narración, cómo no recordar a Michael J. Fox y a Christopher Lloyd en esos entrañables y simpáticos personajes yendo y viniendo en miles de enredos y peripecias.
En fin, un clásico moderno memorable que no tiene muchas más pretensiones que entretenernos en forma sana y en familia... y vaya que ha cumplido con creces con ese objetivo!