Inglaterra, un pueblo pequeño en una zona deprimida. Poca industria, paro elevado, menudeo de droga, mucho alcohol y rencillas personales por todos lados. En este entorno, la hija de uno de los ciudadanos prominentes desaparece de repente: ha sido secuestrada por unos delincuentes locales que enseguida resulta obvio que han mordido más de lo que pueden tragar. El caso planea alrededor de Catherine Cawood, una oficial de policía de mediana edad que vive con su hermana -ex alcohólica y ex-heroinómana- y su nieto de 10 años, fruto de una violación a su hija de 17 años que, al poco de nacer el niño, se suicidó, llevando a la ruptura del matrimonio de sus padres y a la alienación de su hermano de la familia. Cawood se debate entre el amor a su nieto y el rechazo a cómo llegó a su vida, incapaz de asimilar al 100% que la culpa no es del crío. Y no ayuda a esto el hecho de que el padre de la criatura, una pieza de cuidado, está incidentalmente implicado en el caso que investiga.

No sólo Happy Valley (ambas temporadas) es una serie increíblemente bien rodada, con una narrativa sólida y un trabajo de actuación excelente, sino que Sarah Lancashire borda un papel complicadísimo y ella sola es más que suficiente incentivo para verla. No tengo ni idea de cómo será el trabajo de la policía en la Inglaterra rural, ni de la vida en la zona de Sheffield, pero la serie me parece extremadamente realista sin abusar de escenas explícitas para resultar chocante. Absolutamente recomendada.