La primera temporada nos lleva por el sendero de la locura que nos van marcando Alyssa y James. Una serie de causalidades hacen que cometan un asesinato, el del profesor universitario Koch. El último episodio nos deja a una Alyssa huyendo y a un James entre la vida y la muerte (un final abierto, lo llaman por aquí). Así que, cuando anuncian la segunda parte, todos aplaudimos, aunque no sabemos qué va a pasar. Lágrimas de alegría al saber que James ¡está vivo!, pero decepción absoluta al enterarnos de que Alyssa se casa con un pobre polluelo, Todd (Josh Dylan) que no sabe dónde se mete -eso sí, un excelente trabajo por su parte-. Pero la primera en aparecer en pantalla es Bonnie, el nuevo personaje. Bonni es la <<novia>> del profesor Koch y parece que no está nada contenta con todo lo que le ha pasado a ella. Primero se dejó llevar por un hombre que le prometía y prometía mientras le me***, pero que en realidad nunca llegó a tener ninguna otra responsabilidad hacia ella. Su obsesión la lleva a ir un día a su casa para descubrir que está con otra estudiante. Koch miente descaradamente y logra que Bonnie mate a la otra chica y termine en la cárcel por él. En la cárcel se entera de lo inevitable y de quiénes son los culpables de su desgarradora desgracia. Ackie es una máquina como actriz. Da miedo, incluso más que Barden y Lawther. Mientras, en historia paralela, el padre de James muere y James lo va a pasear por todos los capítulos en su urna (sí, está incinerado, sino sería complicado, porque va a vivir más historias muerto que vivo). Así todo se va complicando, vamos llenando la pantalla de nuevos secundarios que van a hacer las delicias de los fans de esta maravilla. Ojo al dueño del motel, ¡bárbaro!. Al final seguimos en tono de humor muy negro, pero muy divertido. Nos gustan estos chicos, pero por favor que no lo estropeen.