Pieza clásica de Cantinflas en su mejor época, cuando su personaje seguía siendo una metáfora perfecta del caos al estilo hermanos Marx. En esta ocasión, usando la vida de cuartel como pretextos, Miguel M. Delgado y su equipo suben a bordo al protagonista para provocar una serie de equívocos que explotan a uno de los comediantes más talentosos del pasado siglo.

No en vano, por más fallos técnicos que puedan presentar estas cintas, la calidad humorística y simpatía de Mario Moreno era reconocida por figuras como el mismísimo Charles Chaplin, quien algo sabía de esto de hacer reír frente a la gran pantalla, al parecer.

Lejos de su etapa crepuscular, donde Cantinflas adoptó una posición más atávica, como valedor y defensor del orden social antes que dinamitarlo, aquí sigue siendo ese producto de la carpa que da el salto al estrellato, amparándose en la imporivisación y una manera única de hablar para alcanzar el corazón del público.

Siguiendo la tónica de aquellos años, la crítica le dio la espalda a su nuevo taquillazo, mientras el público acudía en masa para verle, en esta ocasión, desde los aires.

Para ustedes, jóvenes.