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Voto de Hector Zuleta:
10
Romance. Aventuras. Drama Libremente inspirada en la obra homónima de la escritora danesa Isak Dinesen. A principios del siglo XX, Karen (Streep) contrae un matrimonio de conveniencia con el barón Blixen (Brandauer), un mujeriego empedernido. Ambos se establecen en Kenia con el propósito de explotar una plantación de café. En Karen Blixen nace un apasionado amor por la tierra y por las gentes de Kenia. Pero también se enamora pérdidamente de Denys Finch-Hatton ... [+]
3 de enero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadora de siete Oscar, entre ellos mejor película, mejor director (Sydney Pollack) y mejor guión adaptado, la cinta tuvo un enorme éxito de público y fue calificada de "obra maestra" y "joya inolvidable", convirtiéndose en un clásico del cine. Aunque también ha sido criticada por su carácter "excesivamente empalagoso" y "blando", especialmente al comparar la película con la biografía de Blixen, más centrada en la relación de la autora danesa con el pueblo Masái y la tierra africana que en su romance con el cazador Denys Finch Hatton.
Sin embargo, resulta innegable que la película es, cinematográficamente, una sucesión de aciertos en muchos aspectos.
Para empezar, la selección de los actores. Por un lado Meryl Streep, como una mujer de la alta sociedad danesa, quien manifestó que aprender el acento danés de Blixen fue uno de sus trabajos más complicados como actriz.
Streep da la réplica a un Robert Redford que borda los papeles de galán. Karen Blixen y Denys Finch Hatton son ya personajes icónicos cuyo estilo ha sido copiado en revistas, fotografía e imágenes de moda. Otro acierto es la cuidada fotografía de David Watkin, fácilmente reconocible, con imágenes llenas de luz del continente africano, que se han convertido en referente para todos los directores de fotografía.

La película es un símbolo para el continente negro, situó en el mapa del cine a este continente a través de imágenes poderosas, convirtiéndose en su mejor embajadora, al nivel de “Lost in Translation” para la ciudad de Tokio o “Lawrence de Arabia” para la región de Oriente Medio.
Varias secuencias han pasado a la historia, como el simbólico: lavado de pelo de Denys a Karen, con el agua enjabonada resbalando sobre el suelo, o los vuelos en avioneta disfrutando del paisaje africano.
La inolvidable banda sonora, que está en la mente incluso de aquellos que no han visto la película, es obra de John Barry, autor también de la música de “Danza con lobos”.
Puede que no sea su obra más compleja, pero la música orquestada parece fluir de las colinas africanas, dotando a las imágenes de un carácter poético que afecta al espectador.
Definitivamente una obra maestra contemporánea y que viva el buen cine.
Hector Zuleta
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