A medio camino entre el sentimentalismo y el humor zafio (y un poco caricaturesco), Que se mueran los feos no es sino más de lo mismo, es decir, otra comedia con pocas novedades que ofrecer. Javier Cámara y Carmen Machi, dos expertos en el género, son los protagonistas e interpretan a dos personas que sólo ansían ser amadas.

Cámara da vida a Eliseo, el feo oficial de su pueblo, mientras que Machi es Nati, la mujer del hermano del primero, Juan (Pere Arquillué). Sus vidas volverán a cruzarse cuando ella vuelve al pueblo para ayudar a sacar adelante la granja familiar. Sus vivencias (y romance, claro), así como las del resto de personajes que pueblan el lugar, entre los que se encuentran un cura (Tristán Ulloa), un tipo engreído y mujeriego (Hugo Silva) o una lesbiana que ansía ser madre (Ingrid Rubio), son el eje central de la película.

En el apartado interpretativo encontramos un poco de todo, en su mayoría son correctas (en general destaca el poco riesgo, a Machi y Cámara, por ejemplo, ya les hemos vistos en estas lides), pero también tenemos elecciones erradas (Rubio) y actuaciones terribles (la de Silva, no tiene nombre). Quien mejor nota saca es, con diferencia, Julián López, divertidísimo en cada una de las escenas en las que hace acto de presencia. Es una pena que su humor caduco y su consiguiente mensaje sentimentaloide hagan de este trabajo otro más para amontonar en la pila de películas olvidables.