Melodrama realizado para el lucimiento de Owen, quien lo mismo sirve para encabezar el reparto de una película de acción como para hacer lo propio en dramas como el que nos ocupa, lo cual es buena muestra de su versatilidad y de sus excelencias como intérprete. El actor da vida a Joe, un viudo que se debe ocupar del cuidado de su hijo (Nicholas McAnulty), así como de otro mayor (George MacKay), fruto de una relación anterior. Y ello sin tener idea alguna sobre educación, normas o labores del hogar…

Como dije, lo mejor de la película es la muy creíble interpretación de Owen, pero convendría indicar que todos los actores están más que correctos. Lo mismo se podría decir del guión, el cual, a pesar de contener algunos pasajes algo sentimentales, nunca se deja llevar por remilgados o lacrimógenos caminos.

De todas maneras, uno de los grandes pilares de la película (aparte de Owen) es, obviamente, la relación que se establece entre el protagonista y sus dos hijos. A Joe la paternidad le viene grande, ya desde el primer momento se nos deja muy claro, quizás porque su trabajo como periodista deportivo le consume demasiado tiempo, o puede que ello sea sólo una mala excusa. El caso es que resulta interesante la familia disfuncional que forman, su papel como progenitor inexperto, la manera de conciliar familia y trabajo o las (muchas) concesiones que tiene para con sus hijos. El resultado: un agradable melodrama, fácil de ver aunque al final no cuente nada nuevo.